Cuando el amor se des-cubre

Por Peichi Su

La intención del presente artículo no es la de desarrollar en profundidad conceptos teóricos de Lacan sino simplemente el modesto deseo de compartir con los lectores dos encuentros que tuve hace no mucho: en primer lugar, me topé con el artículo de Fabián Fajnwaks titulado “¿Existe el amor real?” -publicado en la revista El Psicoanálisis- y luego, me topé con la película franco-noruega “Plus que jamais”. Ambos encuentros produjeron resonancias en mí que me llevaron a desear articularlas y compartirlas aquí.

Primero, unas palabras sobre la película:

“Plus que jamais” (2022) -película franco-noruega dirigida por Emily Atef- aborda la historia de un matrimonio joven, Hélène y Mathieu, quienes comparten una vida tranquila y placentera en Burdeos. Sin embargo, la vida de ellos cobra un giro cuando la protagonista se enferma y es diagnosticada con una afección grave en sus pulmones. A partir de allí, el film muestra cómo la pareja comienza a sufrir un impasse. La protagonista, ante la muerte que se acerca, comienza a buscar algún rumbo. Es así que, de manera imprevista, toma la decisión de atravesar toda Europa sola para finalmente llegar a Noruega y experimentar allí un camino no previsto.

Ahora, sobre los encuentros:

El encuentro con el artículo de Fabián Fajnwaks y luego con el film -sí, en ese orden- me permitieron hacer una lectura sobre este film a partir de las herramientas proporcionadas por el artículo “¿Existe el amor real?”. Y como toda lectura, no hay una sola. Es así que, comparto aquí mi lectura.

El film es magnífico, está repleto de detalles que valdría la pena analizarlos paso a paso. Pero no-todo es posible, de modo que me limitaré a recortar solamente aquellos puntos que deseo articular.

La película muestra que Mathieu, ante la inminente muerte de su esposa, comienza a hacer todo lo que puede para asegurarse de que nada le falte a ella, sosteniendo la versión del amor como complemento del ser faltante al ser hablante: Mathieu modifica sus horarios laborales para acompañar a Hélène en todo lo que ella necesite, la cuida, la ayuda, y le garantiza que ella no va a estar sola -como si, mediante un gran esfuerzo, pudiera borrar la soledad radical y estructural al cual todo ser hablante se encuentra condenado-.

En este intento de “hacerse UNO con ella”, es decir, en la versión del amor de dar lo que no se tiene, Mathieu choca con una respuesta de Hélène que lo descoloca: ella, muy por el contrario de lo que su esposo se había imaginado, decide emprender un viaje a Noruega sola, sin él. Pareciera que ese encuentro con la inminencia de lo real de la muerte -con aquello no representable ni simbolizable- produjo en Hélène un despertar, un despertarse de ese amor que la mantenía adormecida en tanto velaba el agujero de lo real.

Al respecto, vemos en el film cómo aquellas “soluciones”que -con Lacan- las ubicaríamos dentro de la llamada lógica universal -es decir, transplantes pulmonares para prolongar la vida, psicoterapia con counselors especializados en pacientes con enfermedades terminales, rodearse de la compañía de los familiares y amigos para no sentirse sola- ninguna de aquellas le despiertan interés a la protagonista.

En un momento de la película, un personaje quien padecía también de una enfermedad terminal, le dice a Hélène: “Los vivos no pueden entender a los moribundos, entonces es mejor no ver a nadie”. Si este dicho lo traducimos a términos lacanianos, diríamos: no hay representación de la muerte, ante lo real el sujeto se encuentra en su más radical soledad.

Cuando el amor no recubre

Para ilustrar un poco este impasse que el film trae, me gustaría articularlo con algo que me resonó del artículo de Fabián Fajnwaks. Allí el psicoanalista sostiene que la conocida fórmula del Seminario 20 “el amor permite suplir a la no-relación sexual” encuentra su límite en lo que Lacan propone en su última enseñanza. Se producirá un giro, ya no se tratará de la función de velo que el amor viene a ocupar en su contingencia, es decir, aquel amor que ofrece la ilusión de suspender la inexistencia de la relación que pueda ser escrita entre dos partenaires. Lacan, en sus últimos seminarios, definirá al amor como la «conexidad entre dos saberes» que permite a cada uno de los partenaires «tejer su nudo». Allí abordará un amor que dejará de lado la mediación fálica y hará un desplazamiento del amor centrado en la significación fálica -que correspondía a su período simbólico- hacia lo real del amor entendido como «dos saberes conexos».

En “Plus que jamais” vislumbro algo de este desplazamiento. De aquel intento de Mathieu por recubrir la falta de su mujer mediante su amor, se producirá un desplazamiento cuando Hélène ya no se conforma con ese amor que hace de dos cuerpos uno y emprende un camino singular. Algo la ha convocado, Hélène ya no desea quedarse en el mismo lugar, a nivel subjetivo.

Tejer el propio nudo

Una vez allí en Noruega, la protagonista experimenta un cuerpo diferente. En ese primer encuentro con la naturaleza escandinava, experimenta un cuerpo que es impactado por las heladas aguas nórdicas, un cuerpo que padece días de eterno luz solar, un cuerpo que se somete a exigentes caminatas montañosas -que casi la lleva a la muerte-, se produce allí un cuerpo que se encuentra con un goce hetero. Y a pesar de que la muerte se haya asomado, no hubo angustia, Hélène afirma que sintió paz y que, estando absolutamente sola en el medio de la naturaleza, llegó a sentir por vez primera que estaba lista para irse.

Pareciera que al experimentar el cuerpo de Otro modo la protagonista pudo hallar nuevas significaciones para ese cuerpo enfermo, una experiencia que resignificó su estar en el mundo. Tal vez, al colocar en suspenso las significaciones previas, se posibilitó la escritura de nuevas significaciones sobre ese cuerpo y sus limitaciones.

En una escena del film, el esposo de Hélène viaja a Noruega y toma la decisión de instalarse allí para acompañarla hasta su último día. Pero Hélène pone objeción e insiste que necesita quedarse sola en Noruega hasta el final. El marido, desconcertado y furioso, le exige una explicación, a lo cual Hélène responde vociferando: “Porque cada vez que te veo, me recuerdas a todos los sueños y proyectos que hemos planeado y que nunca más se van a concretar, nunca más. Y eso duele demasiado. Cuando no te tengo aquí, es más fácil”. Es interesante ver aquí cómo la presencia del partenaire, lejos de brindar sosiego al sostener la ilusoria completud, tal presencia no hace sino acentuar más que nunca lo que no está, presencia que acentúa aquel irremediable agujero. Paradójicamente, la soledad con su cuerpo le permitirá a Hélène bordear esa falta de otra manera, una falta que -en términos de Lacan- ya no se ubica en la lógica de lo que hay y de lo que no hay, sino que es un más allá de la lógica fálica.

Hacia el final de la película, la directora Emily Atef pone en escena lo siguiente: luego de un último encuentro sexual -como en un intento de sostener, aunque sea ilusoriamente, la existencia de la relación sexual entre los partenaires- Mathieu finalmente da cuenta de algo irrenunciable en su esposa: su deseo de transitar lo que queda de su recorrido en su máxima soledad. Es así que se despide de ella -en una despedida en el que saben que no se volverán a ver- y se aleja de Noruega. Se produce allí Otro amor, un amor desde el cual Hélène tendrá que tejer su propio nudo, y Mathieu el suyo también.

Lo irremediablemente distinto

Lacan, en el Seminario 21 “Los no-incautos yerran”, sostiene que «El amor son dos medio-decires que no se recubren. Y esto constituye su carácter fatal. Es la división irremediable. Quiero decir, aquello a lo que no se puede remediar, lo que implica que el «mediar” sería ya imposible. Y justamente, no sólo es irremediable sino que además carece de mediación alguna. Es la conexidad entre dos saberes en tanto que ellos son irremediablemente distintos. Cuando eso se produce, constituye algo… totalmente privilegiado. Cuando se recubren -los dos saberes inconscientes- ello hace una sucia mezcolanza”. [1] Y aquí, Fabián Fajnwaks subraya: “un amor real es posible cuando se ha renunciado a toda fusión amorosa a buscar hacer existir la relación sexual a partir del amor. El amor del que se trata aquí no es ya el amor que demanda amor, el que pide reciprocidad como complemento del ser faltante al ser hablante. Es un amor depurado de su parte de goce, la que articula el fantasma fundamental, por ejemplo, lo que lleva a hablar a Lacan de «un amor más civilizado»”. [2] Y me gustaría agregar aquí: un amor que tal vez soporte un poco mejor el goce Otro del partenaire.

Para concluir:

Quiero traer una preciosísima cita que el autor del artículo “¿Existe el amor real?” nos comparte allí. Es del poeta Rainer M. Rilke: “El reparto total entre dos seres es imposible y cada vez que se podría creer que un tal reparto ha sido realizado, se trata solamente de un acuerdo que frustra a uno de los partenaires, o aun a ambos, de la posibilidad de desarrollarse plenamente. Pero cuando se ha tomado consciencia de la distancia infinita que existirá siempre entre dos seres, cualesquiera sean, una maravillosa vida compartida adviene posible. Tendrán que ser capaces de amar ambos partenaire esta distancia que les separa gracias a la cual cada uno percibe al otro entero, recortado en el cielo”. [3] Mathieu y Hélène tendrán que arreglárselas para amar esta distancia infinita que existirá siempre entre ellos.

Finalmente, retomando el título que propuse para este artículo, la palabra “des-cubre” la ubico desde dos perspectivas. Por un lado, el de des-cubrir, que toma la partícula “des” para denotar negación, en el sentido de “el amor son dos medio-decires que no se cubren”. Y por otro lado, ubico un hallazgo que se produjo en mí, un descubrimiento, sobreel amor en la última enseñanza de Lacan. Un abordaje Otro del amor, un amor Otro.

NOTAS:

[1] Lacan, J. Seminario 21, Los no-incautos yerran, lección del 12 de marzo de 1974. Inédito.

[2] Fajnwaks, Fabián. El nuevo amor: Otro amor. Punto de Fuga, Número 5.

[3] Rilke, Rainer M. Carta a Emanuel von Bodman.

BIBLIOGRAFÍA:

Fajnwaks, Fabián. El nuevo amor: Otro amor. Punto de Fuga, Número 5. Revista digital de la Sección Clínica de Madrid, NUCEP.

Fajnwaks, Fabián. ¿Existe el amor real? El Psicoanálisis, Número 39. Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis.

Lacan, J. (1975) El Seminario, libro 20. Aún. Ed. Paidós.

Lacan, J. El Seminario, libro 21, Los no-incautos yerran. Inédito.