De la escritura: de la poética y el analizante

Por Iván Navarro Lluesma

“El entrechocar de las palabras, las analogías verbales son uno de los medios para escrutar el objeto. No intentar nunca componer las cosas [d’arranger les choses]. Las cosas y los poemas son inconciliables”.

Francis Ponge



Poiesis: escritura

Empezar con una cita de Francis Ponge no es casualidad. Hay cierta dimensión de la poesía, en concreto de la escritura poética, que toca la interpretación analítica [1]. En la sesión algo de la escritura produce un efecto: la lectura del analista [2]. Esta primera lectura se da “fuera de sentido”.

¿Cómo? mediante un corte, una separación [3] o retornando el significante al analizante esperando la suerte de un resonar. Y este resonar no depende de la gracia o el cálculo que realice el analista respecto a su interpretación, sino que cae del lado del analizante y de las nuevas lecturas que realice.

Para ello hay que tener en cuenta la materialidad de la palabra. Es el analizante quien se encuentra con un “entrechocar [de] las palabras”, como muestra el poeta, llevándole a otra elaboración más allá del sentido común y así acceder a otra cosa. Como dice Pizarnik “cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa” [4]. Éste “además más y otra cosa” queda del lado de la poiesis propia del analizante.

Es aquí donde entra en juego el no reparar las cosas – o componer las cosas [demasiado pronto] – por parte del analizante, sino que se trata de escrutar el objeto.

Así pues, bajo estas premisas, trataremos la cuestión de la escritura, el acto poético y su relación con la relectura del analizante respecto a sus significantes. Para ello nos apoyaremos en diversos escritores y poetas que se entrecruzan con las fórmulas lacanianas sobre el lenguaje.

El acto de escribir

Escribir es un acto que implica al cuerpo, principalmente a lo que concierne a la reducción del movimiento – como expone Vicente Palomera en el prólogo del libro de Fernando Martín Aduriz, “¿Por qué se escribe? Cincuenta escritores” –. Y Aduriz por su parte aclara que dilucidar la causa de la escritura ha de tratarse uno por uno: en la singularidad.

En concreto, el poeta tiene una relación muy cercana con el cuerpo o, mejor dicho, con el cuerpo del significante. Él, a través de sus juegos con los significantes, conduce a otros sentidos o a otros sin-sentidos: “la hazaña del poeta sería eliminar un sentido y reemplazar este sentido ausente por, dice Lacan, “una significación” […] el equivalente a un agujero” [5]. Es un artesano del significante.

Sabe que el lenguaje no habla de las cosas, que la palabra va más allá de sí misma. Y en su acto de escribir realiza una interpretación poética de aquello que tiene delante. Como bien dice Octavio Paz: “Quizá las cosas no son cosas sino palabras: metáforas, palabras de otras cosas. ¿Con quién y de qué hablan las cosas-palabras?” [6].

Esta pregunta puede recordarnos a la frase de Lacan “un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante”. Octavio, más adelante, continúa con su reflexión del siguiente modo “tal vez, a la manera de las cosas que hablan con ellas mismas en su lenguaje de cosas, el lenguaje no habla de las cosas ni del mundo: habla de sí mismo y consigo mismo” [7].

El poeta indaga sobre el lenguaje con el propio lenguaje y lo realiza mediante giros lingüísticos, juegos de sentido y de sin-sentido con la sonoridad del significante. Es un deshacedor de sentido y propulsor de otros posibles.

El poeta entiende, como Freud y Lacan, que la escritura y el lenguaje del humano tiene sus limitaciones y que estas pueden ser el pilar para escrutar al sujeto mediante los malentendidos, los actos fallidos, los lapsus, etc.

Es más, como sabemos, desde Lacan, el inconsciente está estructurado como un lenguaje, es decir, tiene una gramática.

La cuestión ahora es, ¿qué relación hay entre una lectura poética y las diversas lecturas del analizante?

Lalengua: el analizante y el poeta

Pierre Malengreau afirma que “el psicoanalista puede llevar, para aquellos que a él se hacen, a emparentarse con el poeta” [8]. Principalmente por lo relativo a lalengua. Los dos, tanto el poeta como el analizante, se topan con significantes que son obtusos y que se repiten sin cesar; el primero, lo observa con detenimiento, sin prisa; el segundo, en el encuentro analítico, tropieza con su habla con dicho significante. Los dos caen en el malentendido: el primero lo retuerce para dar otros sentidos; el segundo se sorprende con él y le conduce a nuevas lecturas. “El malentendido define nuestra humanidad” [9].

El malentendido, el acto fallido y el lapsus dejan emerger por las grietas de nuestro lenguaje un sin-sentido: “la interpretación opera únicamente por el equívoco” [10]. Podría decirse que se desprende algo del equívoco.

¿Qué hacer con esta caída? No intentar comprender demasiado pronto, no repararlo ni componerlo para que cobre sentido demasiado pronto. Como hace el poeta, el cual contempla con atención aquello que se desprende, además de la hendidura que queda, para construir. El trabajo durante y tras la sesión es para el que se encuentra con ese instante: el analizante.

Pondré un ejemplo significativo de la mano de Louise Glück, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2020, en concreto unos versos de su libro “Noche fiel y virtuosa”. El poema que lleva el mismo nombre que el título del libro declara un suceso de su vida. Rememora un acontecimiento de su pasado que orbita alrededor de un malentendido homofónico de su hermano: “en la época a la que me refiero/ mi hermano estaba leyendo un libro titulado, según él, / la noche fiel y virtuosa [11]. / ¿Se trataba de la noche en que leía mientras yo me quedaba en vela? /” [12].

Aquí la autora hace esta invención con el objeto que cae, con ese malentendido surgido de una lectura confusa de su hermano. Ella se formula una pregunta que lleva a un sentido propio. Es decir, que la interpretación poética de la autora pasa por su propia singularidad. Da lo mismo los significados o sentidos que puedan darle otros autores, el que cuenta es el que ella encuentra en esa contingencia: su invención.

Esta lectura que realiza la autora, respecto a este acontecimiento, puede entenderse a posteriori con los primeros versos del poema, donde nos muestra con total transparencia cómo busca otros sentidos desde la gramática, es decir, desde el propio lenguaje.

“Mi historia comienza de un modo muy sencillo: podía hablar y era feliz/ O: podía hablar, por lo tanto era feliz. /O: era feliz, y por lo tanto hablaba. /Era como una luz brillante atravesando un cuarto a oscuras/” [13].

Estos intentos que la autora muestra son semejantes a las diferentes lecturas que lleva a cabo el analizante ante un mismo significante.

Recojo de Pierre Malengreau un ejemplo de cómo tiene lugar esa “luz brillante atravesando un cuarto a oscuras” para el analizante. Una analizante, con mucha angustia, describe con cólera una serie de contrariedades profesionales. Esta exposición fue conduciéndola a recordar los ataques de cólera de su madre. “Y añadió: << Pero que esto me ocurra todavía a mí, pues bien, ¡gracias!>>. [El analista repite a modo interrogativo]: <<¿Gracias?>>. La carcajada que esto provocó dio paso a un apaciguamiento” [14].

Homofonía: resonar

“Las cosas y los poemas son inconciliables” [15]. Para Ponge las cosas es aquello que se desprende de la elaboración del poema y queda inconciliable; lo sobrante. Realizando un paralelismo encontramos una resonancia con el objeto a, que es aquello que cae de la operación de significación; el resto.

Por tanto, el sobrante o resto no pueden ser aprehendidos por el lenguaje: aunque puede entreverse a través del escrito. Gracias a esta imposibilidad de conciliación, es posible errar y no dejar de escribirse ese “además más y otra cosa”. Porque nunca hay correspondencia, no existe relación.

Lacan comenta, “no soy un poeta, sino un poema. Y que se escribe, pese a que parece ser un sujeto” [16].

Ese no-deja-de-escribirse puede mostrarse como un sonido suspendido, un resonar o un eco. Algo que continúa, pero no acaba captarse. En otras palabras, es la materialidad del significante: un sonido suspendido que resuena en el cuerpo. La pulsión: “el eco en el cuerpo del hecho que hay que decir” [17].

El acto de decir, por tanto, formula algo nuevo. El poeta nos muestra un modo de hacer sacando de lo inútil (los restos) algo con lo que puede construir. Este extracto de lo inútil, o aparentemente inservible, es un modo de gestionar el goce fuera de sentido, a través de la sonoridad de la palabra y el acto poético. Mostrando que el sentido o el concepto pueden superarse llegando a lugares reveladores: a la no hay relación.

Recurro a unos versos del poema Yolleo de Oliverio Girondo de su poemario “En la Masméluda”. Estos versos evidencian la no relación de un modo magistral mediante del resonar de los fonemas.

soy yo sin vos

sin voz

aquí yollando

con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla

entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos

lo sé

lo sé y tanto

desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo

junto a mis muertos y revivos yoes siempre siempre

yollando y yoyollando siempre [18].

Con anterioridad hablé sobre los equívocos, los actos fallidos, los lapsus y el witz como sucesos significativos que precipitan al equívoco, el cual despega el sentido adherido al significante mortificante. Un sonido diferente emerge; la maquinaria del lenguaje no funciona como siempre en ese instante.

El analizante, como el poeta, han de hacer con aquello que queda una elaboración propia, una lectura nueva, que dé lugar a otros sentidos.

Para concluir, podríamos aventurarnos a decir, que el analizante ha de saber escuchar el susurro de lalengua, para tras-tocar las palabras con su lectura sin componer (arreglar) las cosas.

“El susurro es el ruido propio del goce plural, pero no de masas” [19].



Notas

[1] Lacan, Jacques. (Inédito). El Seminario, libro 25, Le moment de conclure. Lección del 20 de diciembre de 1977.

[2] Lacan, Jacques. (Inédito). El Seminario, libro 25, Le moment de conclure “Lección del 19 de abril 1977”, op. cit.

[3] Este concepto no se reduce solo a la separación física o de lugar, implica cualquier tipo de separación: ya sea imaginaria, simbólica o real.

[4] Pizarnik, Alejandra. (1971). Poesía completa. El infierno musical. pág. 283.Ed. Lumen.

[5] Miller, Jacques-Alain. (2013). El ultimísimo Lacan. pág. 177-178. Ed. Paidós.

[6] Paz, Octavio. (1974). El Mono Gramático. pág. 22. Ed. Planeta.

[7] Idib, pág. 22.

[8] Malengreau, Pierre. (2013). La práctica psicoanalítica y su orientación. pág. 205. Ed. Gredos.

[9] Idib, pág. 205.

[10] Lacan, Jacques. (2006). Seminario 23. El sinthome. pág. 18. Ed. Paidós.

[11] Confusión que tiene el hermano de la autora leyendo sobre el Rey Arturo, entre noche (“night”) y caballero (knight”).

[12] Glück, Louise. (2014). Noche fiel y virtuosa. pág. 31. Colección Visor de Poesía.

[13] Idib, pág. 29.

[14] Malengreau, Pierre. (2013). La práctica psicoanalítica y su orientación. pág. 206. Ed. Gredos.

[15] Ponge, Francis. (2006). La soñadora materia. pág. 165. Ed. Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores.

[16] Lacan, Jacques. (2012). Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11. Otros escritos. pág. 600. Ed. Paidós.

[17] Lacan, Jacques. (2006). Seminario 23. El sinthome. pág. 18. Ed. Paidós.

[18] Giorondo, Oliverio. (2008). En la Masméluda. pág. 62-63. Visor Libros.

[19] Barthes, Roland. (2009). El susurro de la lengua. El susurro del lenguaje: Más allá de la palabra y la escritura. pág. 116. Ed. Paidós.

Bibliografía

  • Barthes, Roland. (2009). El susurro de la lengua. El susurro del lenguaje: Más allá de la palabra y la escritura. pág. 8. Editorial Paidós.
  • Giorondo, Oliverio. (2008). En la Masméluda. pág. 62-63. Visor Libros.
  • Glück, Louise. (2014). Noche fiel y virtuosa. pág. 31. Colección Visor de Poesía.
  • Lacan, Jacques. (Inédito). El Seminario, libro 25, Le moment de conclure. “Lección del 20 de diciembre de 1977”.
  • Lacan, Jacques. (Inédito). El Seminario, libro 25, Le moment de conclure “Lección del 19 de abril 1977”, op. cit.
  • Lacan, Jacques. (2013). Consideraciones sobre la histeria. pág. 25. Editorial Eug.
  • Lacan, Jacques. (2012). Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11. Otros escritos. pág. 600. Editorial Paidós.
  • Lacan, Jacques. (2006). Seminario 23. El sinthome. pág. 18. Editorial Paidós.
  • Malengreau, Pierre. (2013). La práctica psicoanalítica y su orientación. pág. 205. Ed. Gredos.
  • Miller, Jacques-Alain. (2013).Sentido y agujero. En El ultimísimo Lacan. pág. 177-178. Editorial Paidós.
  • Paz, Octavio. (1974). El Mono Gramático. pág. 22. Editorial Planeta.
  • Pizarnik, Alejandra. (1971). Poesía completa. El infierno musical. pág. 283.Editorial Lumen.
  • Ponge, Francis. (2006). La soñadora materia. pág. 165. Ed. Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores.