El hombre es muy capaz de los más extravagantes criterios, puesto que es capaz de creer que no se encuentra en ese estado de debilidad natural e inevitable y creer, por el contrario, que está en el de la sabiduría natural. [1]

Nos parece imprescindible situar correctamente lo que desde el discurso analítico se entiende de una parte, el sujeto de la ciencia, y por otra, el sujeto del psicoanálisis. Esta exploración del sujeto nos mostrará qué puntos de anudamientos convergen en ambos sujetos, si es que los hubiera, y qué implicaciones tienen las similitudes y antinomias en sus aplicaciones como sujeto. Esto es así, porque el sujeto de la ciencia es el sujeto del transhumanismo.
En sus inicios, allá por el siglo XVII o siglo de los genios, se materializa un desplazamiento del saber del sujeto al saber en el objeto por medio de la epistemología científica, o búsqueda de la causa última del mismo. Jaques Lacan afirma “Se necesita cierta reducción, a veces de realización larga, pero siempre decisiva en el nacimiento de una ciencia; reducción que constituye propiamente su objeto” [2].
De esta manera, en el discurso epistémico-científico se impone como thelos o causa final aristotélica, la búsqueda de lo absoluto, de la certeza, si anticipamos nuestra hipótesis de forma quizás algo apresurada. Esta mutación de sujeto queda inaugurada por el filósofo francés del siglo XVII René Descartes y su cogito [3]. Dicha conceptualización del sujeto supone una reducción del saber en la acepción clásica de la misma, a saber: mitología, magia o religión. El saber ungido por el significante ser:
Este correlato, como momento, es el desfiladero de un rechazo de todo saber, pero por ello pretende fundar para el sujeto cierta atadura en el ser, que para nosotros constituye el sujeto de la ciencia, en su definición, término que debe de tomarse en sentido de puerta estrecha [4].
Creemos que es conveniente no confundir el hombre de la ciencia con el sujeto de la ciencia. Desde el psicoanálisis sostenemos que dicho hombre de la ciencia no existe. Es sujeto por dos razones: la primera es que se anuncia como yo, la segunda, porque el procedimiento de la mente está supuesto, pienso luego soy dirá Descartes en su famosa duda del cogito (su-puesto, sub-jectum) como ser de todo ente. Por supuesto, es una axiomática, una ontología binarista al que se le opone el objeto; objentum, ente en cuanto tal. El psicoanalista Sergio Larriera afirmará: “la división del sujeto entre saber y verdad constituye una auténtica herida que es restañada por las ciencias exactas; es una herida suturada” [5].
Para entender esta división constitutiva del sujeto, es necesario asumir la estructura formal de dicho sujeto. Esta división se conforma, por una parte, del inconsciente estructurado en significantes reprimidos; lo que se conoce desde el psicoanálisis como la dimensión simbólica. Esta dimensión resulta de una materialidad inefable para cualquier conciencia y se representa a través del síntoma. A diferencia de la verdad que conforma la ciencia, la verdad del inconsciente es una verdad que solamente se puede decir a medias. Y la razón de esta mentira o de esta mentira a medias reside en que la verdad es no toda [6]. Y ese límite irrebasable de la verdad es el goce –goce opaco o goce puro- iterante y pulsional, mortífero y mortificante, inasible por la dimensión simbólica del sujeto. Como consecuencia, la religión del hijo que Merleau-Ponty asigna a la modernidad -“se pone a la obra”- a través de un desiderátum de sutura de las aporías del sujeto de la ciencia. Por su parte, el psicoanálisis, busca mantener abierta esa hiancia del sujeto para poder trabajar con ella:
Es de sumo interés de los lógicos el producir la sutura de la brecha que se abre, es necesario resolver la contradicción que torna inconsciente a la teoría. Se trata de ir resolviendo las aporías, mientras que para el psicoanálisis, por el contrario, esa división del sujeto es justamente lo esencial que debe de ser mantenido en su abertura, desmontando los mecanismos defensivos que tratan de ocultarla [7].
Para el discurso analítico, esta escansión producida en el sujeto de la ciencia inaugura una spaltung o división entre el saber y la verdad. División porosa y sin un origen definido. Topológicamente, puede definirse por la cinta de Moebius, un adentro y un afuera comunicados sin que por esta razón exista un origen y un final, más bien un continuum. Es decir, el saber antiguo queda divido y reducido en el objeto de estudio en el discurso científico, pero no por ello, no existen concomitancias entre el sujeto del saber y el sujeto de la verdad.
Hay que afirmar que el sujeto del discurso analítico comparte su creación con el sujeto de la ciencia. Sin la matemática desarrollada en el siglo que vio crecer la mente de Freud, éste, no hubiera abierto una vía para desarrollar su propuesta epistémica. De hecho, el sujeto de la ciencia siempre ha sido comparado con la tecnología más puntera del momento, profundizando de esta manera, en la ontología del supremacismo de especie. Si bien, en estos días el sujeto de la ciencia –el humano- es una máquina con el ordenador cuántico con mayor capacidad para resolver algoritmos, en el siglo XIX la tecnología punta era la máquina de vapor:
Los ejércitos emplean el impulso sexual para alimentar la agresividad militar. El ejército recluta a jóvenes en el momento justo en el que su impulso sexual es más fuerte. El ejército limita las oportunidades de los soldados de mantener relaciones sexuales y de liberar toda esta presión reprimida, que, en consecuencia, se acumula en su interior. Después, el ejército redirige esa presión acumulada y permite que se libere en forma de agresividad militar [8].
Este ejemplo propuesto por Freud del mecanismo de las pulsiones es exactamente calcado al funcionamiento de una máquina de vapor. Se genera vapor en un recipiente cerrado, se aumenta la presión y se abre una válvula para impulsar un telar o un tren. Para Lacan, este hecho no es debatible, y aporta al debate el ejemplo de la ruptura de Freud con Jung, en cuanto este último, quiso dotar al sujeto de nuevas profundidades a través de su relación con el saber, ampliando de esta manera, la relación del sujeto de la ciencia al sujeto arquetípico. Pero no hace falta irse a la escuela de Zúrich para ratificarlo, basta con quedarse en Viena y observar la analogía que utiliza Sigmund Freud para describir cómo ve él las pulsiones:
En las funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene las propiedades de una cantidad –aunque no poseamos medio alguno para medirla-; algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga, y se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos […] en el mismo sentido en que el físico emplea el supuesto del fluido eléctrico que corre [9].
Jaques Allán Millerexpone que el sujeto de la ciencia supone una aporía con el saber en tanto registro imaginario y simbólico. Duda de todo excepto de la relación de la existencia con la palabra:
Noten que el sujeto de la ciencia se define por su relación con el saber, y que a este respecto el saber es antinómico con la ciencia; el sujeto de la ciencia se construye en una relación de rechazo para con el saber. El propio Descartes obtiene su propio sujeto mediante un rechazo de toda representación, es decir – traducido a nuestros términos- por un rechazo de lo imaginario, seguido de un hiperbólico rechazo de todo saber, o sea de lo simbólico [10].
La búsqueda de un sujeto suturado llega hasta el discurso universitario. En el siglo XX el discurso filosófico intentó clausurar un discurso fluido alejado del corte discursivo. De esta manera, no puede negar que el discurso filosófico puso las primeras piedras en el altar del sujeto de la ciencia. Pues bien, un discípulo de un discípulo de Sócrates se propuso albergar entre sus metas y deseos reducir el lenguaje exclusivamente ante lo existente. Dicho así, uno debe preguntarse ¿Qué es lo que existe realmente y qué no? Una tarea arduo complicada, o más bien deberíamos afirmar, imposible, pues ya asumimos que todo discurso es semblante, y por esta razón, el lenguaje sólo nombra lo que en realidad no existe:
Russel comienza esta teoría de las descripciones en 1905, al mismo tiempo que Freud escribía sus Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad. No es excesivo decir que toda la filosofía contemporánea procede de ella. Ésta se desarrolla hasta nuestros días bajo el nombre, un poco ridículo, de ontología formal [11].
El problema de Bertrand Russell en tanto discípulo de Sócrates en lo tocante a representar únicamente la verdad y nada más que la verdad, su síntoma o malestar, era que se pudiera representar mediante la cadena de significantes el no-ser. Hablar del no-ser ya supone en sí mismo hacerlo existir. Para Miller: “Lo que se le escapa a Bertrand Russell no es que se pueda hablar de lo que no es, sino de lo que es, de que el solo hecho de que se hable se vuelve ficción” [12].
Entre los axiomas de Lacan se da el de que “la verdad tiene forma de ficción” [13]. Este aforismo significa que la palabra siempre comporta un efecto de ficción. Como consecuencia, la referencia se encuentra vacía siempre. En el orden simbólico se da cuenta del cambio de perspectiva que realiza Freud al pasar de la seducción fáctica a la seducción fantasmática. O dicho de otra manera: “de la búsqueda de la exactitud a la escansión de la verdad” [14].
Esta es la razón por la que Freud consideró los sueños como una forma de delirio, la razón por la que se construye una clínica en base a la ausencia del pene de la mujer, que Lacan hable “de que no existe relación sexual”, o de que al hablar el transhumanismo del homo deus como la etapa de la singularidad en la que la especie humana abandona su animalidad constitutiva, no hace más que sostener el deliro ficcional del abandono de la marca dejada en su cuerpo por el significante en tanto que humanimal [15] .
En el próximo artículo profundizaremos en qué consecuencias tiene el delirio del homo deus para el saber en tanto que poesía, la obtención de libertad en tanto que certeza clausurada de este delirio transhumanista, la responsabilidad del sujeto de psicoanálisis y por último, nos preguntaremos qué desean, si es que lo hacen, estos nuevos sujetos de la tecno esfera.
NOTAS
- Pascal, B. (2012). Pensamientos, pág. 28. Madrid. Gredos Editorial S.A.
- Lacan, J. (2003). La ciencia y la verdad. Escritos 2, pág. 834.México. Siglo XXI.
- Descartes, R. (2011). Discurso del método. Madrid. Gredos editorial S.A.
- Lacan, J. (2003). La ciencia y la verdad. Escritos 2, pág. 835.México. Siglo XXI.
- Larriera, S. (1998). Ciencias exactas y ciencias humanas. Acentos. Volumen 20. Pp 42-52.
- Lacan, J. (2012). Seminario XIX…O peor. Buenos Aires. Paidós.
- Larriera, S. (1998). Ciencias exactas y ciencias humanas. Acentos. Volumen 20. Pp 42-52.
- Harari, YN. (2016). Homo deus. Breve historia del mañana, pág. 136. Barcelona. Penguín Random House Grupo editorial.
- Freud, S. (1976). Las neuropsicosis de defensa. Obras completas, pág. 61. Ed. Amorrortu.
- Miller, J.A. (2019), Causa y consentimiento, pág. 26. Buenos Aires. Paidós.
- Miller, J.A. (2011). La ironía. Consecuencias.
- Ibid.
- Ibid.
- Ibid.
- Segarra, M. (2022). Humanimales. Abrir las fronteras de lo humano. Barcelona. Galaxia Gutember S.L.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
- Descartes, R. (2011). Discurso del método. Madrid. Gredos editorial S.A.
- Freud, S. (1976). Las neuropsicosis de defensa. Obras completas. Buenos Aires Amorrortu.
- Harari, YN. (2016). Homo deus. Breve historia del mañana. Barcelona. Penguín Random House Grupo editorial.
- Lacan, J. (2003). La ciencia y la verdad. Escritos 2. México. Siglo XXI.
- Lacan, J. (2012). Seminario XIX…O peor. Buenos Aires. Paidós.
- Larriera, S. (1998). Ciencias exactas y ciencias humanas. Acentos. Volumen 20. Pp 42-52.
- Miller, J. A. (2011) “Ironía”. Sitio web: Revista Consecuencias | Instituto Clínico de Buenos Aires (revconsecuencias.com.ar).
- Miller, J.A. (2019), Causa y consentimiento. Buenos Aires. Paidós.
- Pascal, B. (2012). Pensamientos. Madrid. Gredos editorial S.A.
- Segarra, M. (2022). Humanimales. Abrir las fronteras de lo humano. Barcelona. Galaxia Gutember S.L.
Debe estar conectado para enviar un comentario.