Por Simón Delgado

Esperanza Molleda es psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente adjunta de la Sección Clínica de Madrid del Instituto del Campo Freudiano- Nucep. Actualmente Directora de la Junta de la sede de Madrid de la ELP.
Simón Delgado: Hola, Esperanza, como sabes, “Punto de Fuga” es la revista de la Sección Clínica de Madrid, Nucep. Es online y tiene dos “tiradas” anuales, una cada seis meses. El motivo de esta entrevista es el cambio de la junta directiva de la ELP de Madrid, donde tú eres la directora.
La primera pregunta que te quiero hacer es acerca de los principales retos que veis en el horizonte de vuestra candidatura.
Esperanza Molleda: Los retos con los que nos encontramos al llegar, han tenido que ver en los primeros meses con una serie de reales, que van más allá del ideal que se puede tener acerca de lo que podemos conseguir con la dirección de la sede de la ELP de Madrid.
Ha habido un choque respecto a la idea que tenía al presentarme acerca del tipo de Escuela que me gustaría que existiera, al encontrarnos con una serie de reales a los que hay que dar respuesta para que la cosa marche. En primer lugar, está el real de la gestión, vinculado al traspaso de los temas prácticos, tanto a nivel económico como administrativo y de organización. Son cuestiones que habitualmente invisibilizamos e incluso despreciamos, pero que tienen que ver con el necesario tratamiento de lo material (real donde los haya) en nuestra existencia, para hacer posible un trabajo que vaya más allá, en nuestro caso el trabajo de Escuela alrededor del psicoanálisis. En este sentido, creo que hay que valorarlas. Rodrigo Bilbao lo dijo muy bien en una de nuestras reuniones: “Nosotros estamos trabajando para que el resto pueda pensar y hacer psicoanálisis”.
Otro choque fue producido por la dificultad para hacer cosas nuevas, la necesidad de mantener la actividad en la sede, determinadas exigencias externas llevan a encontrarse con el real del “automaton”, que empuja a que las cosas sigan por el cauce que ya está trazado. El “automaton” tiene su razón de ser; es una suerte de economía existencial, que tiene un sentido, son espacios que todos tienen su razón de ser. Pero, por otro lado, nos vemos atrapados por ello, y se vuelve complejo ir contra esa inercia. Nos preguntamos: “¿Cómo puede irrumpir ahí lo nuevo sin redoblar el exceso?”. Es el reto con el que nos encontramos.
El tercer real con el que nos topamos es el del saber hacer con “los dispersos disparejos”, del que nos habla Lacan en el Prefacio a la Edición Inglesa del Seminario XI. La singularidad de los miembros y socios de la sede la mayor parte del tiempo es una riqueza, pero ante determinados temas controvertidos es necesario un trabajo para encontrar caminos para que pueda darse el sentido de comunidad, a pesar de la “disparidad disjunta”.
El tratamiento de estos reales está dirigido a poder sostener el discurso analítico frente al discurso del amo, a sostener que el psicoanálisis horade un lugar en el mundo y que podamos seguir elaborando un saber acerca de lo que es el psicoanálisis. La política de la juventud es la orientación principal de la política de Escuela, sin jóvenes el futuro de la Escuela queda en suspenso. Para concretarlo, tenemos por delante el desafío de entrar en diálogo con las universidades, las instituciones de práctica clínica y otros ámbitos de la cultura donde los jóvenes puedan encontrarse con el psicoanálisis.
Simón Delgado: ¿Qué novedades os gustaría introducir en la ELP de Madrid?
Esperanza Molleda: Esta pregunta me lleva al punto del deseo de formar parte de la Junta y asumir el cargo de directora de la sede durante estos dos años. Para mí, es un desafío el que en la sede se lea a Lacan. A través del Nucep existen estos espacios de lectura de Lacan, pero en la sede no se han llegado a constituir. Sería interesante que más allá de los Seminarios que se trabajan en el Seminario del Campo Freudiano del Nucep, se pudieran leer otros textos. En este sentido, pienso que el espacio “Lacan:Heidegger”, nos va a permitir hacer esta lectura, del “El atolondradicho”, del “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”.
Me interesa, también, toda la cuestión de poder leer e investigar en nuestra sede a partir de lo que producen los colegas de nuestra Escuela, pero también de otras Escuelas. En especial, lo que se produce desde la ECF que a menudo resulta muy inspirador. Tener un ojo fuera con el objetivo de no caer en la endogamia, en el adormecimiento de nuestro propio discurso.
En este sentido, también me parece importante que se puedan leer y trabajar otros autores distintos a Lacan. Crear espacios que permitan nuevas lecturas, incluso de autores que no sintonizan directamente con el discurso analítico. Poder leer a Judith Butler en relación a la cuestión candente del patriarcado, tratada en Pipol, sin apresurarnos a decir que no tiene nada que aportarnos.
Lacan leía a muchos autores que provenían de fuera del psicoanálisis. Sería bueno poder leer a Kojéve y su versión de Hegel que tanto inspiró a Lacan. O leer a Heidegger, como haremos. La lectura de autores complementarios permite entender mejor a Lacan y nos puede permitir llevar más allá el saber sobre psicoanálisis.
También creo que sería interesante encontrar testimonios de personas que se analizaron con Lacan. Está el libro de Gérard Haddad “El día que Lacan me adoptó, “Una temporada con Lacan” de Pierre Rey; o los más conocidos: “Mi vida con Lacan” de Catherine Millot o “Tres segundos con Lacan” de Estela Solano. Conocer algo del Lacan analista, poder acceder a aspectos de Lacan que no son los habituales.
También me interesa la cuestión de las “enseñanzas declaradas”, esto es, que los distintos miembros de la Escuela puedan ponerse a trabajar sobre sus intereses propios y compartirlos con los colegas.
Simón Delgado: La siguiente pregunta es acerca de cuáles fueron tus motivos para decidir presentarte como candidata.
Esperanza Molleda: Para mí es claro que para que el psicoanálisis exista tiene que haber una Escuela de psicoanalistas que le permita continuar estando vivo. No es suficiente con que se ejerza el psicoanálisis en la consulta, sino que es necesario que haya también la asociación o el encuentro de los psicoanalistas trabajando juntos para que la causa avance y no decaiga. El no quedarse cada uno encerrado en su propia versión del psicoanálisis. Ese encuentro real del discurso de unos con otros que ponga en cuestión la propia posición de psicoanalista es fundamental.
Es necesario el motor de la Escuela para seguir pensando, los distintos espacios y los encuentros periódicos como Jornadas, Congresos, Encuentros de Elucidación que nos exigen que nos pongamos al trabajo. Es un dinamismo que nos obliga a poner en cuestión qué es el psicoanálisis y que nos obliga a renovarnos. Se trata de estar interrogado sobre la inercia del propio trabajo y del estilo fantasmático propio. Para estar orientados es necesaria esta confrontación con los colegas; sabiendo que está también el control y el análisis propio.
Y para que exista la Escuela es fundamental que alguien se haga cargo de las tareas de las que hablaba al principio. Al darse la circunstancia de que nadie se quería presentar a la nueva Junta, decidimos con los compañeros dar un paso adelante.
Simón Delgado: Te quiero preguntar acerca de cómo influye tu trayectoria en Servicios Sociales para el abordaje de la gestión de la Escuela y qué rescatas de esa experiencia para tu práctica como psicoanalista.
Esperanza Molleda: Mi trayectoria en los Servicios Sociales me ha permitido no retroceder como psicoanalista ante casos que se encuentran en situaciones reales muy complicadas: precariedad material, violencia, adicciones, etc. En los Servicios Sociales se ven situaciones tan extremas, que hace que lleve ese entrenamiento conmigo. Por otro lado, el haber trabajado en Servicios Sociales me hace ver con mucha claridad que la precariedad subjetiva está conectada a la precariedad social. A mayor precariedad social se da también una mayor precariedad subjetiva y al revés. Esta inquietud mía por lo social, me ha llevado a trabajar en el CPA primero y luego en la Red del Nucep y poder encontrarme con casos de este tipo. Estos dos espacios han supuesto para mí un modo de hacer una transición desde el trabajo social al psicoanálisis. En el CPA he podido enfrentar casos que, desde una práctica más convencional como analista, no hubiera podido enfrentar. También al estar en la RED se ha dado este tipo de encuentro con casos complicados que hace que no retroceda frente a ellos.
En lo que respecta a la gestión y la dirección que implica la Junta, también mi experiencia como directora de centros de Servicios Sociales me ha permitido tener cierto saber hacer con las dificultades de las que hablaba en la primera pregunta. Claro que toda mi experiencia en Servicios Sociales ha tenido que pasar por el análisis para obtener de ella su fruto.
Simón Delgado: Volviendo a la cuestión de la Escuela, ¿cuál es la dimensión que desde la nueva junta dais al cártel y qué lugar tiene en vuestro proyecto? ¿Tenéis pensada alguna novedad a incorporar?
Esperanza Molleda: El cártel es el espacio donde se encarna el trabajo singular de formación permanente de los analistas. También es el lugar por antonomasia para la gente que empieza a estudiar psicoanálisis en nombre propio.
La novedad que hemos introducido es la del sorteo de cárteles. Cuando uno forma un cártel, tiende a poner en primer plano sus afinidades, el sorteo da la posibilidad de nuevos encuentros inesperados. También da la posibilidad de que aquellos que tienen deseo de hacer un cártel, pero no encuentran con quién hacerlo, puedan llegar a cartelizarse. Y también es una oportunidad para que los alumnos del Nucep puedan entrar con facilidad en la dinámica de los cárteles y empezar a conocer lo que es la Escuela.
Simón Delgado: Bueno, más allá de las cuestiones de la ELP, quisiéramos preguntarte sobre cuáles con son los temas en que se centran tus intereses actuales.
Esperanza Molleda: Gracias a la preparación de PIPOL 11 que tuvo lugar en julio me he reencontrado con la cuestión del feminismo y cómo dialogar con él desde el psicoanálisis. En mi juventud busqué en el feminismo una respuesta a la pregunta por la feminidad. Realicé en Utrecht un año de Erasmus en “Women`s Studies” y estuve en grupos de trabajo del Instituto de Investigaciones Feministas de la Complutense, sobre Feminismo e Ilustración, sobre Arte y feminismo, sobre Ciencia y Feminismo. Fue una experiencia muy rica, pues me encontré con muchas teóricas feministas que escribían acerca de cuestiones que me parecen fundamentales: los cuidados, el amor, la pareja, el matrimonio, la sexualidad femenina, lo que implica la heterosexualidad o el lesbianismo, la prostitución, la pornografía, si existe una escritura o un arte femenino, etc. Son temas que hoy se han popularizado y banalizado, pero existe todo un campo teórico muy rico que creo que puede aportar mucho al psicoanálisis a la hora de pensar la cuestión de lo femenino.
El trabajar en la Comisión Bibliográfica de PIPOL, preparar una conferencia sobre el lenguaje inclusivo para el SCF de Granada y mi aportación en el espacio de preparación de Hacia PIPOL 11, me ha abierto el deseo de volver a trabajar este tema. En términos dialécticos, en lo que respecta a la feminidad, para mí, la tesis fue el feminismo, la antítesis fue el psicoanálisis y ahora estoy en el trabajo de la síntesis.
Por otro lado, a partir del planteamiento de las XXII Jornadas de la ELP estoy trabajando en un cártel la cuestión del límite de lo simbólico. Pienso que creemos demasiado en lo simbólico. Al final del análisis, me encontré con que la palabra se volvía goce; un goce excesivo que desorientaba más que orientar. Me interesa conocer ese litoral en el que lo simbólico pasa de ser palabra plena y pasa a ser exceso de goce.
Simón Delgado: Para ir concluyendo, nos gustaría saber tu opinión sobre la propuesta de la AMP acerca de la Nueva Política de Juventud.
Esperanza Molleda: Me parece una política necesaria para hacer llegar el discurso analítico a los jóvenes, sobre todo, en España, donde este discurso no llega y no permea el discurso del amo. La propuesta de “miembros con condiciones” permite, con la nueva figura del mentor, que los menores de treinta y cinco años puedan acceder a ser miembros y esta novedad nos hace ser más abiertos a la juventud en las diferentes sedes. Aunque entiendo que quizás la edad cronológica no tenga que ser tan determinante.
La ELP necesita salir de las “capillas cerradas” y ser más permeables al mundo de los jóvenes. Los jóvenes llegan tarde al discurso analítico y esto es un problema. La ELP tendría que elaborar un plan acerca de cómo encontrar un lugar en los másteres de Psicología Clínica o en las instituciones en las que se forman los PIRs. Aunque es algo que no resulta muy fácil por muchas razones.
También me parece fundamental acompañar a los participantes del Nucep que apuestan por iniciarse en la práctica analítica. En este sentido, coordino la Red Asistencial del Nucep con Amanda Goya. Creo que los comienzos, cuando uno empieza a autorizarse como analista, son complicados y me interesa mucho aprender de este momento y acompañarlo con los psicoanalistas noveles, independientemente de su edad.
Simón Delgado: Bueno Esperanza, muchas gracias por dedicarnos este tiempo. Ha sido un placer escucharte.
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