Aquiles y el ardor

Por Francisco Gutiérrez

Me siento a escribir, con el pensamiento ya, puesto, de un modo fijo, en la terrible guerra de Ucrania. De fondo, algo absolutamente opuesto, suena, como un dolor lejano, como una letanía: Recuerdos de la Alhambra, interpretada por el Maestro Rodrigo. Aquí, en esta inmersión onírica, atrapado, en el balanceo de las notas musicales, y con el dolor de la presencia permanente y superyoica, vinculada a las noticias de la guerra -martilleante- hoy recuerdo una conversación con un psicoanalista francés, tras una presentación en Granada, en el marco de la ELP.

De mí hacia él había una doble identificación; una, vinculada al psicoanálisis, y dos, aquella relacionada con nuestro paso por la institución militar: solicité presentarlo, me lo concedieron, no me defraudó.

Ahí, en aquella conversación, donde él destacaba los valores republicanos del ejército francés -que no es poca diferencia, ni poca cosa, me hizo una advertencia directa, sin rodeos, quizá, animado por la cantinela de mi enunciación, es posible. Me advirtió: querido amigo, no olvide usted nunca, que el honor militar siempre está vinculado a la pulsión de muerte. No era cualquier cosa. Una advertencia, directa, a la línea de flotación de mis identificaciones, justo en cuestión, en mi análisis. Excelente, dramático y revelador. Uno, a veces, adorna, o simplemente es arrastrado por estos juegos de espejos que nos sirven para ocultar, el horror del sin sentido, o del vacío, del enorme vacío, que constituye al sujeto. Ahí, en ese espacio donde nos constituimos, donde damos aquel salto, de ser vivo, a sujeto humanizado, ahí, tenemos, el más terrible de los paisajes: la profundidad, la nada. Lo que escapa a lo simbólico. Lo real. Y al parecer muchos preferimos, preferíamos, morir por un ideal que mirar de frente esta nada tan dramática. Lo preferimos antes que advertir el vacío que nos constituye. Preferimos la guerra, las banderas, el honor militar y otros delirios de ese orden. Lo veo por todas partes. Hoy para mí, ya felizmente superado -no sin los efectos tan duros de esos momentos de pase-, advierto, y estoy sensible a esas propuestas identificativas, que entiendo, que conozco en su lógica, pero que aborrezco. A nivel estético me parecen incluso de mal gusto, horteras. Y, sobre todo, en este entorno actual me parecen peligrosísimas: hay gente que, al grito de amor a la patria, la bandera y el orgullo de la historia nacional, bombardea hospitales. También los hay que lo justifican, por no sé que asunto antioccidental: demencial.

Ya sabemos que hay amores que matan. Son mejores los amores que nos hacen vivir: que nos erotizan y nos acercan al otro. No esos amores que piden el exterminio del otro.

Hoy, en este ambiente apocalíptico, en este desgarro, que nos es retórica, que me toca profundamente, hoy, constato con horror, más que nunca, la fuerza de las identificaciones arrojadizas. El retorno de lo peor: unheimlich.

Ni siquiera las imágenes de mujeres y niños, muertos, mientras su madre trata de ponerlos a salvo son suficiente -que escena de amor, tan terriblemente truncada-. Oigo justificaciones teóricas y geoestratégicas de todo tipo; no hemos aprendido nada.

Me pregunto qué hay que decir para que algunas personas, entiendan el valor -sin retórica otra vez, de una vida-. Lo irrepetible de la misma. El valor supremo, de cada vida perdida, en relación con el valor subjetivo de la misma, y también, a la fragilidad irrepetible de la misma.

Me asalta una frase de Lacan: nadie caminará como usted, por las calles de Paris.

Excelente. Una frase que resalta ese valor de bien supremo, único, de cada vida. Lacan nos da -otra vez-, una idea aproximada del valor, de los sujetos: valiosísimos. Ahí debemos estar. Propongo bajar el suflé, renunciar a la patria -a todas las patrias, tal como propuso Freud, a Einstein. No es fácil, lo sé. Hay un vacío. Pero las patrias, todas, se hacen en oposición al otro. La patria es humo. Los sujetos no.

Los niños importan. Todos los niños del mundo importan.

Hoy vuelvo a apoyarme en Federico García Lorca, un peligroso traidor a la patria, cuando nos decía:

Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.”

Hoy 24 de marzo, recuerdo, a todos los argentinos represaliados del mundo. También a todos nuestros muertos, aún en las cunetas. De fondo Je crois entendre encore de Bizet, todavía me parece escucharte, querido hermano…

Hoy el buen Aquiles, debería estar en otros menesteres menos épicos, pero más heroicos. Quizás amar a Patroclo, que no es un asunto menor, pero si más digno de un héroe.

Bibliografía

-Rodríguez, S. (03 de enero de 2010) La última entrevista a García Lorca. La Opinión. Sitio web: https://www.laopinioncoruna.es/cultura/2010/01/03/ultima-entrevista-garcia-lorca-25264981.html

-Miller, J. (13 de mayo del 2014) Entrevista sobre el amor. Medium. Sitio web: https://medium.com/sobre-psicoanalisis/entrevista-a-jacques-alain-miller-sobre-el-amor-291c95f9dc4f

-Granzotto, E. (1974) Entrevista Jacques Lacan en Panorama. El Psicoanálisis. Sitio web: https://elpsicoanalisis.elp.org.es/numero-27/entrevista-a-jacques-lacan-en-la-revista-panorama-1974/

-Tzu, S. (1772). El arte de la guerra. Anagrama: 2007

-Freud, S., Lacan, J. (2015) ¿Por qué de la guerra? Correspondencia entre Einstein y Freud. Historia del mundo contemporáneo. Sitio web: http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/carpeta-2/fuentes/la-segunda-guerra-mundial-y-el-holocausto/bfpor-que-la-guerra-correspondencia-entre-albert-einstein-y-sigmund-freud