Por María Cristina Palmieri
El sueño, el Witz, L´esp de un Laps
“La Vía Regia”
Sq // Faire la paire
Estas líneas no se dirigen al sueño como una de las formaciones del Inconsciente a descifrar, sino otro modo en que la experiencia analítica, que se despliega, como afirma Miller en “Sutilezas analíticas”, al mismo tiempo o a continuación del trabajo de las formaciones que son efectos del lazo al Otro.
La cuestión es paradigmática, cualquiera sea la manera en que se presente “l’ une bevue”: Sueño, Witz, L´esp de un laps, fugacidades que emergen y que conllevan una satisfacción libidinal. Son las formas paradigmáticas de emergencias del Inconsciente Real de Lacan, arrojando nueva luz sobre nuestra clínica, a la manera de una nueva brújula en la dirección de la cura.
Una nueva brújula no implica la caída en desuso de las que Freud y un primer Lacan nos legaron, sino que viene a extender, ahondar los alcances de nuestra praxis. “Lo Real se encuentra en los embrollos de lo verdadero”, [1] así la experiencia analítica nos pone ante la presencia de Lalangue que hace su aparición de diversas maneras.
Lalangue resiste al goce del Otro; existe como goce de Un-cuerpo. Esta dimensión del Inconsciente Real, reclama un analista y un analizante dispuestos a lo inesperado, una presencia que se disloca de la escucha dado que lo que se presenta, “gozopresencia”[2], existe en la hiancia y no hace par con la escucha, pero en todo caso reclama estar dispuesto. Una fixión (identifixierung) que no se inscribe [3]. En el contrato que inaugura la experiencia analítica, “el psicoanalizante al cual el psicoanalista está -dice Lacan- siempre a la merced” [4] y frente a las emergencias de “L’Une bèvue”.
Lacan se esfuerza en un franqueamiento de lo Imaginario hacia lo Simbólico y en un segundo momento el franqueamiento que realiza va de lo Simbólico a Lo Real sin Ley; diferenciando el Inconsciente transferencial del Inconsciente Real. De éste dirá “basta con que se le presta atención para salir de él” [5].
Este reclamo, que alcanza a los partícipes de la experiencia analítica, encuentra también sus fundamentos en un temprano Freud cuando advierte “de tal manera, la formación onírica que se desprende, por así decir, del suelo de nuestra vida anímica y queda suspendida del espacio psíquico como una nube en el cielo que el primer soplo de viento disipa enseguida… el mundo apremiante de los sentidos acapara nuestra atención y las imágenes oníricas que pueden resistir su poder son las menos. Retroceden ante las impresiones del nuevo día como se extingue el resplandor de las estrellas frente a la luz del sol” [6].
En relación a este punto Lacan hace una temprana apreciación en 1958; toma la Interpretación de los sueños, calificándola como “mántica, significancia” para decir: “Freud no pretende en absoluto agotar en él los problemas psicológicos del sueño… las investigaciones siguen siendo raras, sino pobres sobre el espacio y el tiempo del sueño, sobre su textura sensorial, sueño en colores o atonal, ¿y lo oloroso, lo sápido y el grano táctil llegan a él, si lo vertiginoso, el túrgido y lo pesado están? Freud no lo toca… del sueño solo le interesa su elaboración” [7]. Descifrar la verdad del deseo en Freud, desde Lacan guiados por los poderes del significante.
Este punto, aparece en el momento en el que Lacan, partiendo de Freud y con las ciencias de su época, realiza el enorme esfuerzo que llevó al psicoanálisis hacia una praxis que gira en torno a lo simbólico; pero son numerosas las ocasiones en las que tanto Freud como Lacan nos advierten sobre las fronteras que tocan con sus elaboraciones, advierten lo que sería un litoral entre lo formalizado y la existencia; el “verdadero agujero” [8] para Lacan; “las sombras” para Freud.
Lacan introduce la noción de agujero a partir de nudo borromeo: “la virtud de la recta infinita es tener el agujero todo alrededor. Es el soporte más simple del agujero” [9]. Freud escribe, “Aún en los sueños mejor interpretados es preciso a menudo dejar un lugar en sombras, porque en la interpretación se observa que de ahí arranca una madeja de pensamientos oníricos que no se dejan desenredar… es el ombligo del sueño, el lugar en el que él se asienta en lo no (re)conocido. Los pensamientos oníricos con que nos topamos a raíz de la interpretación, tienen que permanecer sin clausura alguna y desbordar en todas las direcciones dentro de la enmarañada red de nuestro mundo de pensamientos. Y desde un lugar más espeso de ese tejido se eleva luego el deseo del sueño como el hongo de su micelio” [10]. De las emergencias de Lalangue, una creación puede emerger del ombligo del sueño.
Lacan mismo pone en tensión su propia producción, a lo largo de su trayectoria y acompañado por las ciencias de esta otra época; nos conduce hacia su reverso. Reverso en el que reafirma que no hay ciencia de lo Real, y la práctica analítica desliza hacia un arte: “Trabajo en lo imposible de decir. Decir es otra cosa que hablar. El analizante habla, hace poesía. Hace poesía cuando llega -es poco frecuente, pero es arte. Corto porque no quiero decir es tarde [11] (juego homofónico en francés, arte/tarde).
A partir del Seminario 18, Lacan retomará los cabos que sembró desde el comienzo de su enseñanza, creando nuevos horizontes, abriendo paso a la Lo Real sin Ley. Litoral, lituraterre, reflejos que se reflejan a sí mismos, allí donde no ha estado el Otro, comienza a decir, dando evidencias de este reverso.
La experiencia analítica demuestra, en la transferencia, la inclinación a la demanda de interpretación, sosteniendo la vía que abre la asociación libre y por fuerza de la propiedad de inducción del funcionamiento significante que ejerce su poder destinado a la elaboración de un saber, en detrimento de dichas fugacidades, que no son ajenas a la significancia, esa mántica, dice Lacan, pero que no llama al Otro.
Nuestra formación y experiencia analítica nos ha dispuesto para una legítima escucha de los fenómenos propios del universo mórbido de la falta en el que encuentra su lugar el objeto a, ahí desplegamos nuestra labor: acogemos la petición de cura, de transitar la experiencia analítica. Al mismo tiempo se abre la dimensión de la demanda desde quien no ha hecho otra cosa en su vida más que enredarse por la demanda misma, en el campo del Otro. El analista resiste la demanda.
No responder a la demanda como tal intransitiva, pero en su lugar el analista presta su presencia; en principio implicado en su acción de escuchar a nivel de la palabra, siendo un momento agudo de esta presencia, ese en el cual el analista calla: “rostro cerrado y labios cocidos”.
En la “Dirección de la cura y los principios de su poder” Lacan advierte: “ ¿ Es este el procedimiento del análisis: un progreso de la verdad?… Soy el primero, que yo sepa, en preservar en ellos lo indecible” [12]. La clínica nos muestra los fenómenos propios de una relación al Objeto a, que comanda la gramática fantasmática e instala en cada quien su “penar de más”. Pero en la experiencia analítica también se verifican los tropiezos, las agudezas, el sinsentido, lo anodino, las fugacidades y todo aquello que no tiene ningún alcance de sentido ni interpretación.
Sobre este asunto Lacan señala “No hay verdad que al pasar por la atención no mienta”. Lo que no impide que uno corra detrás”[13]. Este punto que reclama a un analista dispuesto a las emergencias de lalangue, que no se originan en suelo de lo Inconsciente estructurado como un lenguaje, sino en el suelo de lo que escapa al sentido pero existe en el litoral que Lacan llama inicialmente significancia.
Estas emergencias, acontecimientos estaban planteadas por Lacan en el instante de ver, en “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada”. Hoy nos da lugar a pensar también una fugacidad que no requiere el tiempo de comprender, prescinde de la causalidad, no es acto sino existencia.
Diría que, básicamente, desde el primer Freud al último Lacan se encuentran los pilares de un trayecto que dibuja un arco que va desde lo semántico a lo asemántico. Para Freud “…la observación de los sueños ofrece dificultades especiales y el único medio de evitar errores es confiar al papel lo que uno acaba de experimentar y observar”[14]. Remite a un dejar constancia.
Lacan escribe: “Señalo que como siempre los casos de urgencia me enredaban mientras escribía esto. Escribo, sin embargo, en la medida en que creo deber hacerlo, para estar al día con esos casos, para hacer con ellos el par” [15]. Esto permite pensar que al analista debe “Ètre au pair” para “faire la paire”, le cabe constatar, dejar constancia de la irrupción, la fugacidad, la evidencia indeleble e intraducible [16].
Esta vertiente de la constatación se corresponde con la emergencia de una creación onírica indeterminada, mientras que la interpretación de los sueños se corresponde con el despliegue de los significantes que han marcado, determinado a un sujeto en su relación al Otro.
Así podemos ver que la producción onírica, en el trabajo analítico según la posición del analista puede tomar la vía del desciframiento de un goce fálico que habita al sujeto o bien en el trabajo analítico se constata Un-Decir del Parlètre, el sueño del despertar que no es pesadilla sino solución, algo nuevo, como lo muestra la Trimetilamina.
Siguiendo a Lacan en “Momento de concluir”… el inconsciente es la hipótesis de que no se sueña solo cuando se duerme. Aquí lo vemos cerca de Freud pero en un movimiento que ha revertido el Unbewusste en L´Une bèvue. El “Un- Decir” que emerge en la producción onírica, irrumpe, emerge vivaz y nos encontramos analizante y analista frente a los Misterios del cuerpo hablante que se muestran y ofrecen a la constatación.
Momento propicio, el del sueño, en tanto se ha producido el repliegue narcisista de la libido y el retiro de las cargas de la realidad. El escenario de los sueños es otro que el de representaciones de la vigilia, pero ni al retraimiento de la atención respecto del mundo exterior ni la disminución de la influencia de la conciencia bastan para esclarecer las peculiaridades de la vida onírica. Lacan ofrece para ello su invención: Lalangue, ese uso de la lengua que cada quien experimenta y se encuentra en la raíz de toda lengua y no distingue dormir/vigilia.
Tempranamente, aunque con otros motivos, Lacan distingue los términos: Parole, elemento simple del lenguaje articulado y por tanto vinculado a la significación, y Mot, vocablo como sonido o conjunto de sonidos [17]. Lo Real sin ley tracciona y lo Simbólico pierde la primacía en la experiencia analítica que se pliega y desplaza a la significación a un lugar segundo en relación a la “motterialidad” de lalangue. “La noción de materia funda lo mismo. Todo lo que no está fundado sobre la materia es una estafa – Material-no-miente”[18].
Aquí el todo está tomado como unidad no contable, Uniano, Il y a de l’Une. Lo material se presenta como consistente, bajo la subsistencia del cuerpo, una unidad, un significante solo. Un significante que no requiere de otro significante, es en sí consistente.
Para dar cuenta de esta dirección, tomo lo que para el Psicoanálisis es a la vez que inauguración y paradigma: “El sueño de la inyección de Irma”. Este es el primer sueño que Freud somete a una interpretación detallada del sentido, pero también revela el punto de innombrable, de un Real sin mediación posible, ante el cual todas las palabras se detienen, el ombligo del sueño, punto en el que Freud se abisma y sueña “la solución” sinthomática freudiana, la trimetilamina, invención con la que Freud da el paso allí donde el Otro ya no responde. “… eso frente a lo que Freud se detiene como ombligo del sueño, puesto que es con ese propósito que él utiliza el término Unnerkant, no reconocido, creo que de lo que se trata, es de aquello que se llama, designado en otra parte por lo Urverdrängt, por lo reprimido primario. Creo que está en el destino de lo reprimido primordial, a saber de algo que se especifica por no poder ser dicho en ningún caso sea cual sea la proximidad, de estar si se puede decir en la raíz del lenguaje… En el campo de la palabra hay algo que es imposible reconocer. El Uno, es una de las caras, designa propiamente hablando la imposibilidad, el límite” [19].
Freud da estatuto de “Vía Regia” de acceso al Inconsciente: “la interpretación del sueño es la vía regia hacia el conocimiento de lo inconsciente dentro de la vida anímica”[20]. Vía Regia tanto en la vertiente de verdad reprimida, invención freudiana, como en lo que para Lacan es su invención sinthomática: en el Inconsciente Real el sueño conservaría este atributo de Vía Regia. El sueño, además de material a descifrar, cuenta como “vivencia personal”[21]. Podría esto remitir a lo que Lacan plantea como “uno lo sabe, uno mismo”. “No hay allí amistad que a ese Inconsciente soporte” [22].
En nuestra práctica cotidiana es posible encontrar sueños creadores, los analizantes suelen referir pensamientos oníricos creadores de un fragmento de composición musical, versos de un poema, invención de soluciones para problemas que lo atribulaban en la vigilia, pensamientos que son creaciones allí donde no existía una solución, interrogantes inéditos, decisiones que durante la vigilia resultaban impensables, etc. Despertares…
Tanto el pensamiento onírico como el de la vigilia son un oleaje del que pueden emerger las “unidades constitutivas del Inconsciente… la une bèvue es una microunidad que incluye el acto fallido, el chiste e incluso sueño ” [23]. Microunidades que no tienen ningún alcance de sentido, son materialidades significantes cuya característica es el afecto, el goce que conllevan. “El Psicoanálisis particularmente no es un progreso. Es un sesgo práctico para sentirse mejor” [24]. En La Vía Regia del sueño algunas creaciones generan una satisfacción en la dimensión económica de goce no interdicta por la política fálica: un estar contento con vivir [25].
Notas y referencias bibliográficas
[1] Lacan, J. (1975/76). ¿Joyce estaba loco? Pág.83. En El sinthome. Seminario 23. Buenos Aires: Paidós. 2006.
[2] Lacan, J. (1971/72). Lo que incumbe al Otro. Pág.119. En …o peor. Seminario 19. Buenos Aires: Paidós. 2012
[3] Freud, S. (1896). Carta 52. Pág.275. En Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Nota 113. Vol.1. Buenos Aires: Amorrortu Editores.1979
[4] Lacan, J. (1970). Discurso en la escuela freudiana de París. 9 de octubre de 1967. Pág. 291. En Otros escritos. Buenos Aires: Paidós. 2012.
[5] Lacan, J.(1977). Prefacio a la edición inglesa del seminario 11. Pág. 599. En Otros escritos. Buenos Aires: Paidós. 2012.
[6] Freud, S. (1900). ¿Por qué olvidamos el sueño una vez despiertos? Pág. 69. En La interpretación de los sueños. Vol. 4. Amorrortu Editores.Bs.As.1979
[7] Lacan, J. (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. Pág.593. En Escritos 2. Siglo XXI Editores Argentina. 2008.
[8] Lacan, J.( 1975/76) De una falacia que es testimonio de lo Real. Pág.115. En El sinthome. Seminario 23. Buenos Aires: Paidós. 2006
[9] Ibíd. La escritura del ego. Pág.143
[10] Freud, S. (1900). Sobre la psicología de los procesos oníricos. Apartado A. El olvido de los sueños. Pág. 519. En La interpretación de los sueños. Vol.5. Buenos Aires: Amorrortu Editores.1979
[11] Lacan, J. Clase 3 del 20 de diciembre de 1977. En Momento de concluir. Seminario 25. Inédito.
[12] Lacan, J.(1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. Pág.587. En Escritos 2. Argentina: Siglo XXI Editores. 2008.
[13] Lacan, J. Prefacio a la edición inglesa del seminario 11. Pág. 599. En Otros escritos. Buenos Aires: Paidós. 2012.
[14] Freud, S. (1900). ¿Por qué olvidamos el sueño una vez despiertos? Pág. 71. En La interpretación de los sueños, Vol. 4. Buenos Aires: Amorrortu Editores. 1979
[15] Lacan, J. Prefacio a la edición inglesa del seminario 11. Pág. 601. En Otros escritos. Buenos Aires: Paidós. 2012
[16] Ibíd. Pág. 602. Notas 5 y 6
[17] Lacan, J.(1955). ¿Dónde está la palabra?¿Dónde está el lenguaje? Págs. 410 y 411. Notas. En El yo en la teoría de Freud y en la técnica del Psicoanálisis. Seminario 2. Buenos Aires: Paidós. 1983.
[18] Lacan, J. (1976). El sistema tórico y en contra- psicoanálisis. Pág. 1. En L´insu que
sait de l´Une-bévue s´aile à mourre. Clase del 14/12/76. Seminario 24. Inédito.
[19] Lacan, J.(1975). Respuesta de Jacques Lacan a una pregunta de Marcel Ritter. En Lettres de l’Ecole freudienne, No. 18 donde se recogen las actas de las Jornada de Carteles de la EFP. 1975.
[20] Freud, S. (1900/1). El proceso primario y el proceso secundario. La represión. Pág. 597. En La interpretación de los sueños. Vol. 5. Buenos Aires: Amorrortu Editores. 1979.
[21] Freud, S. (1900). ¿Por qué olvidamos el sueño una vez despiertos? Pág. 71. En La interpretación de los sueños, Vol. 4. Buenos Aires: Amorrortu Editores. 1979.
[22] Lacan, J. Prefacio a la edición inglesa del seminario 11. Pág.599 En Otros escritos. Buenos Aires: Paidós. 2012.
[23] Miller, J. A. Lo visual. Pág.253 y 254 En El ultimísimo Lacan. Buenos Aires: Paidós. 2013.
[24] Lacan, J. (1976). El sistema tórico y en contra- psicoanálisis. Pág. 1. En L´insu que sait de l´Une-bévue s´aile à mourre. Clase del 14/12/76. Seminario 24. Inédito.
[25] Lacan, J. (1975). Conferencia en la Universidad de Yale. Pág.15. En Revista Lacaniana 19. Buenos Aires: Grama Ediciones. 2015.