El analista y su tiempo. La actualidad.

Por Gabriela B. López.

En «Psicología de las masas y análisis del Yo» [1] , Freud disuelve la oposición entre la psicología individual y la psicología social. Es allí donde nos advierte que no hay tal oposición, si entendemos desde un comienzo que el otro es constitutivo del aparato psíquico. Es decir que se trata de una relación que entrelaza ambas dimensiones en donde lo social forma y toca la constitución de la subjetividad.

Freud nos ha legado, en distintos momentos de su obra, cómo lo social de su época lo interpeló sin por ello perder la orientación clínica. Podemos ubicar referencias en el «Malestar en la Cultura» [2] antecedente de lo que luego Lacan formalizó en su texto de 1953, «Función y Campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis» donde dice: «Mejor que renuncie quien no puede reunir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico? Que conozca bien la espiral a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel, y que sepa su función de intérprete en la discordia de los lenguajes».

Esta referencia nos convoca a pensar la acción del analista en esta época. Cómo sostener la vigencia de la práctica psicoanalítica en el marco de una sociedad y un mundo globalizado que se modifica abruptamente, donde las tecnologías y el mercado con sus ofertas seductoras se constituyen en nuevos amos tomando el comando del discurso, quedando reducido el espacio de subjetividad y por qué no el psicoanálisis.

Las demandas de análisis, quizá hoy más que en otros momentos, se han de poner a trabajar en los inicios de una cura. A diario en nuestro trabajo institucional o de consultorio no necesariamente nos encontramos con el analizante ideal como un iniciado que entra de lleno en el dispositivo, sino que, al decir de Lacan, recibimos al analizante en tanto inocente que comienza: «ese que no sabe lo que ya está escrito en el ticket de entrada al análisis [3] «.

La época actual nos va mostrando que el tiempo lógico de las curas aparece alterado y en ocasiones, a la prisa que nos convoca el analizante respondemos con respuestas precipitadas que llevan a saltear: “el instante de ver”, “la comprensión del tiempo para comprender” y “el momento de concluir”. Momentos lógicos constitutivos para poder pensar la formalización del síntoma, entrada en análisis y el fin de una cura.

La lógica del sistema capitalista impone una voracidad, una producción sin límites y un empuje a gozar ilimitado. En la actualidad lo que viene al lugar del mando en este discurso son los objetos gadgets, funcionando en una circularidad bajo el paradigma «todo es posible».

En el artículo «Síntoma y Cometa» [4], J.A. Miller ilustra que el deseo por lo nuevo que promueve la hipermodernidad se articula con el Superyó en su fase más cruel, en tanto ley insensata que ordena al sujeto a gozar, convirtiéndose en la nueva forma sintomática del malestar en la cultura. ¿Cómo operar para posibilitar que estos malestares o modalidades de goce configuren un síntoma analítico y no sean alojados por el discurso de la ciencia u otras modalidades terapéuticas?

La cura analítica es una experiencia inédita y singular, en la que cada sujeto encontrará un modo de solución con los recursos de los que se sirve. Para ello no hay protocolo, ni universal.

El psicoanálisis como práctica y discurso tampoco está garantizado de antemano. Si volvemos a Freud, sabemos que él no se quedó sólo con el sentido de los síntomas y que consideró al núcleo de goce, al que conceptualizó como núcleo tóxico del síntoma.

Hoy la civilización hipermoderna muestra que la trama que daba sentido, envoltura al síntoma, ha perdido su lugar y los síntomas se presentan al natural.

En la época del Otro que no existe, ¿Cómo seguir siendo el partenaire analista que soporte la práctica frente a los síntomas sin sentido que ya ingresaron en nuestro consultorio? Cómo restituir la figura del padre, el orden simbólico, en una civilización que por otro lado confirma al decir de Marx que: «todo lo sólido se desvanece en el aire y lo sagrado es profanado».

Referencias

[1] Freud, S, (1921), «Psicología de las masas y análisis del yo», en Obras completas, t. XVIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1998, pp. 63-136.

[2] Lacan, J, «Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis», en Escritos 1, Siglo XXI editores, México.

[3] Miller, J. A, (2011), «Donc: la lógica de la cura», 1ᵃed. – Buenos Aires: Paidós, 2011.

[4] Miller, J.A, (2003), Conferencia, inédita.