El género y lo Trans visto desde el Psicoanálisis. A propósito de la película «Girl»

Por Lierni Irízar.

 

 

La hermosa y dura película Girl de Lukas Dohnt, nos permite realizar una reflexión sobre diversas cuestiones en torno al género, el cuerpo y sus enredos.

Considero interesante pensar esta película desde el eje de las dificultades con el cuerpo. Dificultades que son para todos los sujetos y no solo para los llamados Trans.

En El cuerpo, extraño [2] postulaba un rechazo estructural del cuerpo que podemos rastrear desde la antigüedad en el pensamiento occidental y que observamos hoy bajo formas diversas, incluidas las del culto al cuerpo. Rechazo del cuerpo que se satisface, duele e impone sus limitaciones y que se acompaña de la búsqueda de un cuerpo idealizado, sede de una salvación imposible por el sometimiento del cuerpo a la belleza y la salud totales. Y sin embargo… no hay armonía posible con el cuerpo.

Antes de plantear la visión del psicoanálisis sobre el género y el sexo, considero relevante hacer un breve resumen de los postulados fundamentales de las teorías queer que han abierto en la actualidad un interesante campo de reflexión. Tomo como referencia a Judith Butler que cuestiona la identidad, el género, el sexo y el cuerpo como esencias y categorías rígidas. El sexo es considerado género y junto al cuerpo, se entienden como una construcción de poder, social, histórica, no biológica.

Es un enfoque contra la normalidad que cuestiona el binarismo hombre-mujer y lo considera también histórico, no natural.

Aunque este sea el punto de partida, resulta interesante lo que Butler, en su texto Deshacer el género [2] plantea en relación a la diferencia sexual. Afirma que esta diferencia no es ni totalmente dada ni totalmente construida. Amplía además esta idea a la sexualidad misma, no totalmente reductible a una operación de poder.

En este sentido la sexualidad «nunca puede reducirse totalmente a un “efecto” de esta o aquella operación de poder.
(…)
Se podría decir, entonces, que, en cierto sentido, la sexualidad nos traslada fuera de nosotros mismos: estamos motivados por algo que se halla en otra parte y cuyo sentido y propósito no podemos capturar plenamente». (pos. 353-357)

Esta cita de Butler nos permite acercarnos al modo en que el psicoanálisis entiende el género y sexo.

El conflicto con el género sería de estructura porque no hay identidad plena para el ser hablante.

El psicoanálisis realiza una distinción entre las identificaciones al tipo ideal del sexo por un lado y la posición de goce del sujeto por otro. No hay una relación directa entre las identificaciones del sujeto y su modalidad de goce. No hay una identificación que determine el modo de goce.

Se podría plantear que hay por un lado, lo que llamaríamos identificaciones o semblantes, que corresponderían a lo que hoy se llama “género”. Hay dos tipos de identificaciones, imaginarias y simbólicas. El hecho de ser hombre o mujer, es un hecho de lenguaje y no de anatomía. Los procesos de identificación por los que alguien puede representarse como sexuado, son procesos de lenguaje.

Por otra parte, más allá de las identificaciones, hay también lo que Lacan, en las fórmulas de la sexuación [4] plantea como dos modos fundamentales de goce a los que llamó masculino y femenino o goce fálico y goce Otro pero que no se corresponden con la biología femenina o masculina. Tanto los considerados hombres como mujeres participan de esos dos modos de goce.

Llama masculino al goce del todo y la excepción y femenino a un goce suplementario, no complementario. Es decir, no es posible obtener una unidad con ambos. No hay “otra mitad” a pesar de que llame a este goce femenino. Es un goce contingente porque no siempre se presenta en los seres hablantes.

No hay por tanto en Lacan ningún tipo de heteronormatividad sino un modo complejo de sexualidad humana que responde al real de la inexistencia de la relación sexual, a la falla que supone la no inscripción de una relación, proporción entre los sexos. No hay relación sexual en el sentido de que no hay ley natural ni instinto que procure un saber al respecto.

El goce es singular y no otorga ninguna identidad al sujeto. El sexo no es para Lacan ni biología ni género, sino cuestión de cuerpo y goce.

Los movimientos queer y otros enfoques constructivistas no tocan el problema del goce, central para el psicoanálisis, que va más allá de las normas y los discursos.

Lo real lacaniano, la imposibilidad de la relación sexual, hace que los diferentes vínculos sociales, los géneros, los dispositivos jurídicos y disciplinarios, se puedan entender como modalidades históricas que responden a dicha imposibilidad que es transhistórica. Es evidente que los dispositivos históricos intentan controlar y producir las representaciones del sexo, la muerte y la vida. El psicoanálisis no niega esto pero lo entiende como respuestas a un real imposible.

Para el psicoanálisis el goce es algo singular, no colectivizable y por tanto no ligado ni a la biología ni al género.

Lo que se produce en cada caso es una construcción singular del cuerpo mezcla de elementos imaginarios, simbólicos y de lo real, cuerpo que goza de un modo absolutamente singular. Podemos afirmar que el discurso queer se centra en las facetas imaginarias y discursivas de la sexualidad mientras Lacan sitúa el sexo principalmente de lado del goce.

El debate para el psicoanálisis sería más la relación con el cuerpo y el goce.

Sin embargo, encontramos también convergencias entre las propuestas queer y el psicoanálisis, de las cuales destacamos la idea de que no hay identidad ni esencias que definan lo que es un hombre y una mujer. Fue Freud quien planteó la sexualidad humana como lugar problemático, como desencuentro. Lacan desarrolló esta dificultad planteando la sexualidad como condicionada por el lenguaje. Somos seres hablantes y sexuados y por eso, la sexualidad no es natural.

También encontramos en ambos discursos una no normatividad. No hay patrón de normalidad. Hay cuerpos sexuados de modos diversos y no un modo normalizado de sexualidad.

Como afirma M. Bassols [5], no hay nada más queer que el goce singular. Para el psicoanálisis se trataría de ver en cada caso, que función tiene para un sujeto eso que le ocurre.

 

Breve comentario sobre la cuestión Trans.

Considero muy interesante la reflexión de Miquel Missé [6] que critica el modelo hegemónico contemporáneo que entiende la transexualidad como el nacimiento en un cuerpo equivocado. El paradigma del cuerpo equivocado implica un reduccionismo biologicista cuestionable, que reduce la identidad a biología.

Plantea que hoy en día la principal reivindicación de los movimientos trans es el derecho a acceder a tratamientos hormonales y quirúrgicos para cambiar el cuerpo. En este texto se considera que aunque esto debe ser un derecho, centrar toda reivindicación política en este derecho nos aleja de la pregunta fundamental, “¿cuál es el origen del malestar que sentimos las personas trans y cómo puede combatirse?” (pos. 36)

Ser chico o chica no es una esencia natural sino que depende de la cultura, el lenguaje y los mensajes recibidos en la infancia. Si la identidad de género no es algo biológico, la transexualidad tampoco. Es un malestar síntoma de la rigidez de las categoría de género. Plantea la necesidad de que pueda darse libertad de explorar la propia expresión de género sin expectativas ni castigos. “Expresión de género” es una concepto que Missé considera fundamental y que se refiere al modo en que se expresa externa y superficialmente el género de alguien. Esta expresión puede ser femenina, andrógina, masculina, etc. Es posible sentirse hombre siendo muy femenino, por ejemplo. Hay que apostar por la diversidad de expresiones de género. Es decir, las identidades de género han de poder albergar el más amplio abanico de expresiones de género, desde las consideradas más masculinas a las más femeninas.

Afirma que la despatologización no es sólo dejar de considerar la transexualidad como enfermedad sino que implica dejar de entender la cuestión trans como algo biológico y pensarlo como social, cultural y político.

Sin embargo, cuestionar este paradigma del cuerpo equivocado no impide reconocer que en algunos casos el cambio corporal puede ser una solución para un sujeto particular.

Sería necesario acercarse a la cuestión Trans desde un modelo de complejidad que tenga en cuenta las dificultades con el cuerpo, la división subjetiva y el goce.

Considero que el paradigma del cuerpo equivocado puede entenderse como un modo de creencia en la relación sexual. Habría en algún lado, en este caso en la transformación del cuerpo, una armonía posible con el cuerpo, la identidad y los otros.

Por otro lado, también las posiciones meramente constructivistas como la de Missé son insuficientes porque dejan de lado la cuestión del goce y de lo real como imposible.

En todo caso, la película Girl nos permite reflexionar sobre una historia particular y la salida que este sujeto busca, pero también sobre cómo pensar la cuestión Trans que toma un gran protagonismo en nuestra época.
Como dice Miller [7] “nada de lo humano debería serle ajeno a un psicoanalista.” (p. 17)

 

Bibliografía:

[1] Película proyectada en el espacio Matinée de la Biblioteca de la Sede de San Sebastián de la ELP el 8 de junio de 2019. Intervención realizada en dicha ocasión.
[2] Irizar, L. (2016). El cuerpo, extraño. Bilbao: Ediciones Beta III Milenio.
[3] Butler, J. (2016). Deshacer el género. Barcelona: Paidós, Ebook.
[4] Lacan, J. (2012). Seminario XX. Buenos Aires: Paidós.
[5] M. Bassols (2018) El goce es queer por definición. En Feminismos, Variaciones y controversias. Buenos Aires: Grama.
[6] Missé, M. (2018) A la conquista del cuerpo equivocado. Barcelona: Editorial Egales. Ebook.
[7] Miller, J. A. (2018) Encuentro con Jacques-Alain Miller. En Feminismos, Variaciones y controversias. Buenos Aires: Grama.