“En buenas manos”, una película luminosa y llena de esperanza.

Por Yolanda Andrés.

 

 

Theo es un bebé entregado en adopción el mismo día de su nacimiento a los servicios sociales; estos buscarán un hogar definitivo para él a través de una cadena humana que vigila cada paso celosamente para conseguir el bien del bebé.

¿Por qué les hablo de esta película? Porque me gustan las películas con una buena historia y porque el tema me parece muy pertinente para compartirlo con los lectores.

La fuerza de la historia reside en la conducta del elenco de trabajadores de los servicios sociales. Entre ellos, está Mathilde, la asistente social que acompaña a la madre biológica y que va a tratar desde el minuto uno de humanizar este abandono generando el espacio para que la madre biológica pueda pensar su decisión y pueda crear algún tipo de vínculo con el bebé. También las enfermeras, atentas a los movimientos del bebé, los psicólogos, el médico, el padre de acogida, (dispuesto a hacer su trabajo generosamente tratando de crear el vínculo necesario para la supervivencia del bebé), y la que se convertirá en su madre adoptiva por sus buenas manos y su corazón de madre.

Todos ellos trabajan desde la ética y la solidaridad, impregnando de humanidad todas sus decisiones para conseguir los mejores padres para Theo.

La película es un homenaje a los que se entregan para cuidar a los niños desprotegidos y vulnerables, esos trabajadores sociales que van creando un tejido afectivo de miradas, gestos, caricias, palabras cruciales, para humanizar al bebé.

Y con ese buen hacer de las figuras que con tanta dedicación ayudan al bebé, aparece el deseo.

La película nos muestra entonces cómo el bebé adviene un ser pulsional, un real afectado por lo simbólico pues hay una demanda de amor del Otro. Se trata del deseo de ese Otro primordial que el bebé tendrá la posibilidad de ser.

En esta conmovedora película vemos como el bebé ingresa en este espacio intervenido por los otros, donde los sonidos, el tacto, la mirada, la voz, van a ser las experiencias a las que se va a enfrentar el niño empezando a constituirse como ser humano. Sin este deseo por parte de los que lo acogen, el sujeto queda en el vacío, a merced de la indeterminación pulsional. En otras palabras, este lugar es determinante para garantizar su existencia. “En buenas manos” nos muestra cómo al bebé le queda garantizado, lo vemos en un final lleno de ternura donde los ojos de la madre adoptiva convocan la sonrisa y la mirada alegre del bebé.

 

Bibliografía:

– S. Freud, Tres ensayos para una teoría sexual, E. J. Strachey
– J. Lacan, El reverso del psicoanálisis