Encuentro de Elucidación de Escuela

Por Sali López.


El pasado 16 de abril de 2021 se celebró el VI Encuentro de Elucidación de Escuela bajo el título Transmisión y Deseo de Escuela organizado por la escuela Lacaniana de Psicoanálisis.

Previamente se han realizado unos trabajos repartidos en 17 boletines, en el que analistas de diferentes sedes han elaborado unos textos tomando como base el denominador común del significante elucidación de escuela y desde ahí se han preparado dos secuencias con tres ponentes en cada una y un coordinador para la conversación.

Féliz Rueda, presidente de la ELP, abre el espacio con una pregunta ¿qué es lo que hace desear la escuela y tener una escuela deseante?, e inmediatamente dio paso a la primera secuencia titulada Saber, deseo y Escuela, que fue coordinada por Xavier Giner y los tres ponentes fueron Soledad Bertran, Patricia Tassara y Gabriela Medín, quienes expusieron sus elaboraciones sobre el tema que las convocaba, refriéndose también a los trabajos de sus colegas previamente enviados.

Soledad Bertran titula su texto Querer hacer la experiencia, donde nos habla de querer hacer la experiencia y nos dice que es importante registrar el trabajo que ha llevado a cada uno a ser miembro de la escuela y puntualiza lo que Hebe Tizio apunta en su escrito ¿Deseo de Escuela? que hay un paso de la escuela fantasmática a la escuela síntoma.

Soledad nos relata como en un principio la escuela se le hacía un lugar lejano, hasta el momento que escuchó un testimonio que le apasionó y ello le facilitó participar en un cartel sobre la escuela, ambos acontecimientos junto con su propio análisis le abrieron su interés por el saber y, finalmente, la asistencia al congreso mundial de 2014 fue el momento decisivo.

Para ella se produce una transferencia de trabajo cuando no hay un retroceso y considera importante no dejar a cada uno tranquilo con su trabajo, en su rincón y eso la pone a trabajar, porque si por ella fuera diría que no para quedarse tranquila, pero hacer escuela es ponerse a trabajar y por supuesto el interés que a cada uno le supone su trabajo.

Patricia Tassara en su texto Sobre nuestra orientación en la Escuela nos habla de que la transferencia de una escuela reside en la formación constante de sus miembros, y aunque para ella hay un exceso de trabajo, la cuestión reside en cómo regular ese exceso, puesto que de lo que se trata es de cómo regular una demanda, que no es el otro de cada uno, no se trata de otro que me debe reconocer. Es en análisis el lugar donde ir vaciando el otro de cada uno y no endosarlo a la escuela.

Aunque le concede importancia a la orientación que tenga cada organización, no se encuentra en la soledad con los textos, sino que lo que comporta una escuela pasa por la conversación con los otros, y es que se debe a la transferencia de trabajo que una escuela marche, pero no como soldaditos.

Se refiere a las palabras de Ricardo Rubio en la última reunión de Elucidación en Valencia, para quien lo importante es que los acontecimientos de escuela tengan efecto subjetivo, entonces la cuestión es cómo hacer para que ese trabajo no aplaste el deseo ni el efecto subjetivo.

Para finalizar nos dice que nuestra formación gira alrededor de un real que no se deja dominar ni enseñar, y toma la referencia de Joaquín Caretti en su texto Del grupo a la soledad, sin retorno, donde nos dice que trabajar a partir de la transferencia de trabajo y no por las identificaciones es un ideal al cual nunca se llega del todo, pero si estamos advertidos se puede hacer con ello cada vez.

Gabriela Medín en su texto Tonta nos relata cómo le marcaron los significantes S1: inteligente y mejor alumna fueron las palabras de su maestra de primer grado. Su elección por el psicoanálisis se produjo cuando descubrió que había algo que no sabemos de nosotros mismos y cuando entró a la Elp el saber estaba en los otros, esos otros podían dar cuenta de un saber agujereado con consistencia, ellos tenían un saber que ella no tenía y el no saber le abrumaba y le impedía pensar. El acto de presentar su candidatura al consejo fue decisivo porque tuvo efectos de formación, además le permitieron despejar sus impases y dejarle trabajar por los acontecimientos de escuela. Entonces fue cambiando el sujeto supuesto saber y el sujeto que lo acompañaba.

La designación como pasadora fue otro hito, quería hacerlo bien y, más adelante, formar parte del cartel del pase le tocó profundamente y le produjo una des-idealización del saber. Cuando llegó el momento de hacer su pase, que decidió hacerlo en francés, vio que no se trataba de dominar el idioma y siempre hay un imposible de decir, sino que se trataba de un saber sobre el decir, de lo que se dice y no se dice.

Finalmente retoma las palabras de Marta Serra en su texto Deseo de Escuela “en la experiencia de la escuela, en tanto también hay en su núcleo una falta de saber incurable, se trata de proseguir una modalidad de análisis que la toma a ella y a los que la comparten como partenaire de un deseo de saber que no ceja en intentar alcanzar a decir que es el psicoanalista, así pues, siempre analizantes”.

Tras la primera secuencia Xavier Giner retoma las últimas palabras de Gabriela Medín afirmando efectivamente siempre analizantes y los efectos subjetivos que ello tiene en determinadas funciones de la Escuela. Señala que las tres presentaciones tienen en común un compromiso con la Escuela, con preservar esa escuela con un entorno deseante.

Continúa diciendo que la Escuela tiene que hacernos trabajar sin aplastar nuestro deseo y que cada uno se puede reconocer en con qué otro llegó, entonces se trata de pasar de una escuela fantasmática a la escuela síntoma, es decir todos podríamos testimoniar del tránsito de cada uno.

Tras la primera secuencia se abre la conversación y María José Freiria formula sus preguntas a cada una de las ponentes. A Soledad ¿qué hay antes de la caída del entusiasmo, si tiene algo que ver con el recorrido en relación a la escuela? A Gabriela ¿en qué momento te encuentras con el agujero del saber y dices no sé? A Patricia qué nos puede decir del afecto del que hace lazo y ¿cómo se desvela para ti?

Soledad habla por el entusiasmo de asistir a los encuentros, no solo a realizar trabajos, se encontraba en un lugar cómodo, pero fue cuando para ella dejó de ser entusiasmante cuando comenzó su dificultad y entonces decidió querer ser miembro de la escuela, es decir ahora que me cuesta trabajo es cuando tengo que ponerme, porque de lo que se trataba es de querer hacer la experiencia y querer correr el riego.

Gabriela nos dice que lo que había habido antes era una des idealización del pase y del dispositivo y que no es un saber relativo a entender, sino que vio que el saber tenía que ver con el saber hacer y no con el saber intelectual, señala que había una ignorancia productiva que era imposible de sentir.

Patricia responde a la pregunta de María José Freiria y nos habla de la alegría en momentos de mucho trabajo, su afecto era de alegría y ese trabajo ha tenido un efecto de formación. Ese afecto supone una suplencia a poner al trabajo al síntoma de cada uno, pero es fundamental la conversación, hay que hablar con los otros.

Tras las respuestas a las preguntas de Maria José Freiria se abre un debate en la sala y Soledad apunta que hay un miedo a la discrepancia, que no se debate demasiado y Xavier Giner señala que la discrepancia es posible sin llegar a la ruptura.

Interviene Hebe Tizio para decirnos que no hay la buena manera, es la responsabilidad del propio síntoma, como ponerlo en juego y hacernos responsables de esto. Cada uno tiene que encontrar la buena manera, eso a veces se pierde. Araceli Fuentes nos dice que se trata de una cuestión de la formación permanente y que hay que seguir haciendo con el síntoma una vez terminado el análisis.

El debate continúa y se habla de encarnar las funciones de la escuela y que, aunque hay desencuentros eso también es satisfactorio y esa dificultad para encarnar la permutación en los cargos de la escuela es una forma de encarnar con el cuerpo dentro de lo posible.

El debate de esta primera secuencia concluye con dos aportaciones interesantes en las que se puntualiza que hay un deseo de transmitir algo cuando uno tiene deseo de transmitir algo y entonces el deseo colectivo nos pone al trabajo.

Se da paso a la segunda secuencia donde será Concha Lechón la coordinadora y las ponentes son Rocío Cid, Eugenio Díaz y Felicidad Fernández.

Comienza Rocío Cid con su texto ¿Qué escuela? y ¿qué relación con la escuela? en el que nos dice que la escuela es la transferencia de trabajo como verdadera orientación lacaniana, que es no dejar a cada uno en un rincón y señala que el saber es saber de uno solo, pero que no hay analizantes sin escuela. Además, se trata de una escuela que no sabe, pero sí hay un goce y se pregunta cómo se juega para cada uno la demanda de ser miembro. Rocío Cid hace referencia al texto de Ubieto La conversación imposible en la época del Otro roto, en el que nos dice que al no haber la última palabra siempre se abre la conversación.

A continuación, Eugenio Díaz en su texto Actos de Escuela. Sin esperanza ni comodidad, hace referencia al texto de Antoni Vicens La Transmisión del psicoanálisis, no sin la Escuela, en el que nos dice que el mundo se crea en cada acto humano. Eugenio nos dice que el deseo no se decide, no es algo del orden de la voluntad, sino que se trata de un deseo de hacer con lo imposible del grupo analítico. Añade que no es cómodo ser miembro de la escuela porque es una x constante y esa x es índice de lo real en el cuerpo, que la escuela conduce a casi todo a condición de esclarecer su posición, y que esa incomodidad no es insatisfacción, sino que es una incomodidad la lógica de separar al sujeto de los significantes amo, y ese deseo deriva en la escuela. Para Eugenio Díaz hacer escuela es hacer acontecimiento de cuerpo y que hay que entenderla, pero no demasiado.

Felicidad Hernández en su texto Elucidación de Escuela nos dice que la escuela siempre deja algo que desear y así nos reunimos de cuando en cuando para hablar sobre ella. La escuela es el lugar donde se ponen en acto el compromiso de cada uno con el psicoanálisis. Felicidad lo piensa como refugio para que no desaparezca, pero no para protegerse de lo real porque nos deja expuestos a lo real y hay que poner el cuerpo porque si no queda reducido a un grupo profesional. La escuela hay que ponerla al trabajo, a una transferencia de trabajo para mantener vivo el psicoanálisis. Continúa diciendo que la escuela no existe si no la hacemos existir cada uno y que hay que consentir a los que nos separa de los otros.

Tras la segunda secuencia se abre un animado debate, puesto que el deseo significa discurso, debate, no significa goce. Antoni Vicens habla de que cada uno es un hereje a su manera, pero al final forman un grupo. Nos dice que la dimensión del pase, lo que nos enseñan los AE son formas de identificación, de su propia manera de gozar y que el deseo nos lleva más allá de la resistencia para dar un lugar a la herejía freudiana.

Xavier Esqué señala que el goce de cada uno hay que ponerlo al servicio del deseo, el goce no tiene porqué rebajar la cuestión del deseo.

En este segundo debate se continuó hablando de la cuestión de las funciones y las permutaciones en los cargos porque en algunas ocasiones es difícil encontrar miembros para que asuman puestos de dirección, aunque todos hablan de como han quedado atravesados por la experiencia tras llevar a cabo dicho trabajo.

A lo largo de todo el espacio se ha aludido al texto de Hebe Tizio ¿Deseo de Escuela? en el que nos dice que hay que entender el pasaje de la escuela fantasmática a la escuela síntoma porque el síntoma va cambiando y es importante que no sigamos repitiendo.

Monserrat Puig cierra el espacio diciendo que la conversación puede ser relanzada con nuevas cuestiones y merece la pena que podamos ir cuestión a cuestión, porque la conversación hace existir la escuela, y ello implica una comunidad de escuela y hay que consentir a las discrepancias y a lo que nos separa de los otros porque el trabajo de escuela continúa no sin sus síntomas.