Por Ivana Bristiel.
“El cuerpo, si lo tomamos en serio, es primero lo que puede llevar la marca propia que lo ordena en una serie de significantes. Ya desde esta marca, es soporte de la relación, no eventual, sino necesaria, ya que es aún soportarla por el hecho de sustraerse de ella. (…) No le sucede así a toda carne. Sólo de aquellas que el signo marca al negativizarlas, se elevan, desde este cuerpo del que se separan, las nubes, agua, superiores, de su goce, cargadas de rayos que distribuyen cuerpo y carne” [1]
Entre cuerpo y significante
Miller [2] nos propone reemplazar al inconsciente freudiano por el parlêtre al que designa como sujeto + cuerpo.
Este hablante ser posee un cuerpo, un cuerpo hablante que es instrumento que vehiculiza la palabra y el goce. Es un cuerpo agujereado cuyo tejido significante aloja un decir, que es caja de resonancia de las pulsiones.
Cuerpo pulsional que no es algo dado per sé, Lacan es muy claro respecto a esto, no se es un cuerpo, sino que se lo tiene y esto sólo es posible cuando el filo del lenguaje perfora al organismo viviente, lo afecta.
Lacan establece una diferencia entre el cuerpo en sentido ingenuo, el de la biología; y el cuerpo vivo, cuerpo significante que goza, y nos dice: el primer cuerpo hace al segundo incorporarse en él [3].
El primer cuerpo es el de la biología, el segundo el cuerpo de lo simbólico.
Hay aquí una doble acepción del término incorporación. Por un lado, alude a la inclusión de un elemento éxtimo, inmaterial, -como lo es el significante- al cuerpo biológico. Por el otro, esta inclusión [4] in-corpora al cuerpo ingenuo, lo despoja de su monótona cualidad de carne dotando al parlêtre de la posibilidad de tener un cuerpo singular. Un cuerpo se vuelve carroña, se corp(se)ifica [5], para que el otro comience a vivir.
El cuerpo es entonces superficie sobre la cual se escriben las marcas de los encuentros contingentes, pero necesarios, con el lenguaje, el Otro. Huellas del trauma, de la marca que negativiza la carne, la desnaturaliza y perturba, y que, en primera instancia, no significan.
Miller, siguiendo a Lacan, nos orienta respecto a esta operación de Corporización [6] por la cual el significante entra en el cuerpo.
Estos Unos, aún materia en suspensión, tienen en potencia la posibilidad de constituirse en signos de goce para el parlêtre. La estructura por medio de la cual el significante toma cuerpo es la significantización [7] – que es el envés de la corporización. El significante sólo puede captarse en lo que se materializa: el cuerpo simbólico toma su materia del cuerpo soma.
Dos operaciones entran en juego aquí para dar lugar a esta elevación del significante que lo arranca de su atributo de puramente formal. Elevación que Miller nos recuerda que es similar a la del objeto a la dignidad de la Cosa, donde este es anulado en relación a su uso inicial y estabilizado como símbolo de él mismo. [8]
El significante elevado sería el Hay Uno, el uno-entre-otros, significante cualquiera que del enjambre alza vuelo y asegura la unidad de la copulación del sujeto con el saber [9] y que será la sustancia constitutiva de ese órgano incorporal suplementario al que llamamos lalengua. Órgano que habita al cuerpo, que lo fragmenta en su goce y hace brotar de él un plus de gozar. Que da paso al parlêtre, al inconsciente como articulación singular entre significante y materia gozante.
El soplo que alza vuelo
Voy a tomar los testimonios de Mauricio Tarrab por ser los que me permitieron extraer un saldo de saber respecto a estos temas.
Tras haber atravesado el fantasma, desmontado las significaciones neuróticas que hacían de las contingencias destino, y extraído el objeto tapón al que el sujeto se identificaba velando la inconsistencia del Otro, el AE constata al significante soplo como primera marca singular que hace signo de real para el parlêtre.
Él menciona dos soplos en sus testimonios.
El primero emerge de la mano de un recuerdo infantil temprano cuyo marco es edípico: Había un pasillo bajo una escalera, un túnel oscuro por donde los niños debían pasar. Es seguro que allí ocurrió algo sexual… ¿algo se vio, se escuchó, se tocó?, el recuerdo no llega hasta allí. El pequeño sale excitado de ese túnel, sube la escalera a toda carrera y al llegar arriba tiene un desmayo. Lo esencial del recuerdo es que la madre dirá luego que eso fue un soplo al corazón. [10] El analista interpreta: La palabra de su madre penetró.
Nos dice que este encuentro contingente traumatiza al cuerpo del niño y escribe la una-equivocación soplo, fuera de sentido que es causa del inconsciente, y que hará destino mediante la elucubración de saber que la coaptación por el entramado paterno garantiza. El lenguaje es maquinaria de sentido y de goce que toma al significante fuera de sentido y lo inserta en la dialéctica entre el sujeto y el Otro.
Se anudan así excitación sexual y muerte para cualquier exceso, excitación o esfuerzo y el segundo soplo entra en juego.
En una sesión el analizante manifiesta que no encuentra el buen agujero por donde salir a pesar de haber constatado este agujero en el Otro, y que por ello dirige al analista una demanda: va a tener que escucharlo un poco más. El analista interpreta: habrá que esperar que el acontecimiento imprevisto suceda.
Como efecto de esa operación, el encuentro con un libro de Francoise Cheng sobre caligrafía china titulado Et le soufflé devient signe.
Soufflé resuena en el cuerpo cuando acaece su traducción: soplo.
Ese hallazgo hace surgir un recuerdo que precipita la construcción del fantasma: el padre, quien en su infancia estuvo a punto de morir por una enfermedad pulmonar y que para recuperar el uso de sus pulmones debía inflar con su soplido la cámara de una pelota de fútbol. Ser el soplo que le faltaba al Padre. La fórmula identifica el ser del sujeto y define el objeto (…) Ser el soplo del padre es la vertiente nombre del padre, de aquello que penetró en el cuerpo por la lalengua materna [11].
Ser el soplo que le falta al padre es la lectura gozosa de esa marca indeleble en la cual el sujeto conmemora el encuentro con un goce irreversible y le permite ubicar su lugar de objeto éxtimo en el Otro.
Para concluir recojo del testimonio esta frase que a mi parecer ubica las dos operaciones entre cuerpo y significante: El primer soplo «huella escrita en el cuerpo por la palabra materna», corporización del significante que es la matriz del síntoma y el antecedente del enigma del deseo del Otro y el segundo soplo articulado al Padre, el que permitió la sustitución metafórica del DM [12], es decir, la significantización y sus efectos.
Notas:
[1] Lacan, J. (2012) Radiofonía, Otros escritos, p. 432. Buenos Aires: Paidós
[2] Miller, J-A, (2016) Habeas corpus, sitio web: https://28jornadaseol.com/template.php?file=textos-de-orientacion/habeas-corpus.html
[3] Lacan, J.,(1970) Radiofonía… op. Cit, p. 431
[4] Me gusta utilizar el término inclusión, que Lacan acuña de la teoría de los conjuntos, porque designa una relación en la cual el elemento puede formar parte del conjunto sin tener las mismas cualidades que los otros elementos del conjunto. Se diferencia de la pertenencia que hace referencia a un elemento que comparte con los otros elementos del conjunto las propiedades. Miller trabaja esta cuestión en su Seminario Extimidad, para dar cuenta de la relación éxtima entre el objeto a y el Otro.
[5] Ver nota al pie 6 de Alocución sobre la enseñanza, Otros escritos, p.325. Buenos Aires: Paidós
[6] Miller desarrolla esta operación en su Seminario, La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica (2003) p 397. Buenos Aires: Paidós y lo hace siguiendo lo planteado por Lacan en su Seminario Seminario 20, Aún, (2006) en el capítulo A Jakobson en donde plantea que el “cuerpo es algo que se goza. No se goza sino corporeizándolo de manera significante”, p 32
[7] Miller, J.-A., (2003) La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica,p 395. Buenos Aires: Paidós
[8] Miller, J.-A., (2003) La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica… Op. Cit p 396
[9] Lacan, J. (2006) Seminario 20, Aún, p 173. Buenos Aires: Paidós
[10] Tarrab, M. (2017), Entre relámpago y escritura. Testimonio de pase y otros textos. Buenos Aires: Grama
[11] Tarrab, M., Entre relámpagos. op. Cit, p21.
[12] ibíd., p 41.
Bibliografía:
– Lacan, J. (2006). El Seminario, libro 20, Aún. Buenos Aires: Paidós.
– Lacan, J. (2006). El Seminario, libro XXIII, Le sinthome, Buenos Aires: Paidós
– Lacan J. Joyce el Síntoma, Otros escritos. Buenos Aires: Paidós
– Lacan, J. (1970) Radiofonía, Otros escritos. Buenos Aires: Paidós
– Lacan, J. (1971). Lituratierra, Otros escritos. Buenos Aires: Paidós
– Miller, J.A. (2004). La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós.
– Miller, J-A. (2016). Habeas corpus. Sitio web: https://28jornadaseol.com/template.php?file=textos-de-orientacion/habeas-corpus.html
– Laurent, E. (2016). El reverso de la biopolítica. Buenos Aires: Grama
– Tarrab, M. (2017). Entre relámpago y escritura. Testimonio de pase y otros textos. Buenos Aires: Grama