Francesc Tosquelles: Como una máquina de coser en un campo de trigo

Por Eloísa García Laynez


Tras pasar por Toulouse y Barcelona, y antes de ir a Nueva York, el Museo Reina Sofía ofrece, hasta el 27 de marzo, la exposición “Francesc Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo”, así como una serie de talleres que permiten profundizar en el conocimiento de su vida y su obra y en conceptos como cura, enfermedad y salud mental. El lema “Como una máquina de coser en un campo de trigo” juega con la frase original de Lautrémont “Bello como el encuentro fortuito de una máquina de coser con un paraguas en una mesa de disección” que tanto gustaba a los surrealistas, que Tosquelles trasforma para señalar la importancia que para él tenía la relación entre la tierra y el trabajo.




Man Ray (1933)

Tosquelles nace en Reus, Tarragona, en 1912, desde los 10 años entra en contacto con el Institut Pere Mata donde trabajaba su padrino como psiquiatra. Ya desde su infancia se empieza a hacer preguntas: ¿Por qué el árbitro de los partidos de fútbol entre pacientes y personal no pitaba las faltas que cometían los locos? Las explicaciones que le daban no le convencían y quiso saber más. Así empezó todo, como nos lo cuenta él mismo en una de las entrevistas que podemos ver en la exposición. En 1927 comienza la carrera de medicina en la Universidad de Barcelona especializándose en psiquiatría.

Los años de juventud de Tosquelles son años llenos de proyectos de transformación social; en 1914 se establece la Mancomunitat de Catalunya, nuevo órgano administrativo en el que se unen las diputaciones de las cuatro provincias catalanas e instauran un nuevo modelo de gestión territorial más próxima a los habitantes rurales, esto tiene consecuencias en el ámbito de la salud mental con la creación de nuevos centros de atención a nivel comarcal.

En estos años también toman más y más fuerza los movimientos obreros de ideología anarquista convocando huelgas masivas y consiguiendo importantes logros como la jornada de 8 horas. La exposición dedica una sala a los carteles propagandísticos de estos movimientos obreros.

El objetivo de la Mancomunitat de acercar las instituciones a la ciudadanía, el anarquismo y el marxismo serán pilares ideológicos permanentes en Tosquelles. Los otros pilares en los que se basa su trabajo son las obras de Freud, que se publican en español traducidas por López Ballesteros entre los años 1922 y 1934, y las enseñanzas de Lacan cuya tesis lee ya en 1932, y sobre la que da un curso de 6 meses para médicos de Barcelona ese mismo año.

En 1933 Tosquelles termina la carrera de medicina y comienza a trabajar en el Institut Pere Mata donde ya se estaban implantando las nuevas políticas sobre salud mental promovidas por el gobierno republicano. La exposición muestra una serie de fotografías dedicadas a este hospital diseñado por el arquitecto catalán Lluis Domenech i Montaner siguiendo los modernos conceptos higienistas que promueven espacios de convivencia amplios y luminosos.

A partir de este año, 1931, comienzan a llegar a Barcelona exiliados judíos procedentes de Alemania, Austria y Hungría huyendo de la amenaza antisemita, esto hace que recalen en la ciudad personajes relacionados con el psicoanálisis como Werner, Wolff, Farenc Oliver Brachfeld, el profesor de psicología infantil en Heidelberg Alfred Strauss o Sandor Eimender perteneciente al círculo del Freud en Viena y discípulo de Ferenczi, todos ellos forman lo que Tosquelles bautizó como “la pequeña Viena”. De todos ellos el que más influirá en Tosquelles será Eimender con el que se analizó durante dos años a pesar de las diferencias idiomáticas ya que ni Tosquelles hablaba húngaro ni Eimender entendía catalán… en la exposición se puede ver un video en el que el protagonista lo explica con gran sentido del humor.

Durante la Guerra Civil Tosquelles trabaja para el Gobierno de la República ocupando varios puestos relacionados con la salud mental, es destinado al frente de Aragón, Extremadura y finalmente a Almodóvar del Campo (Ciudad Real). En todos estos puestos aplica un pragmatismo radical, allí se da cuenta de que tiene que atender no solo los enfermos sino también a los médicos, crea lo que él denomina “comunidades terapéuticas” en las que no separa la cura de la guerra, sino que trabaja con la guerra desde la guerra. La escasez de médicos le fuerza a utilizar personal no especializado, en Almodóvar cuenta con un pintor, un abogado, campesinos e incluso algunas de las prostitutas del burdel del pueblo. “Consistía en permitir que las chicas continuaran con su oficio, pero con una condición: recibirían a los soldados que fueran de mi parte por un precio módico, yo pondría el resto y me harían un informe técnico de las relaciones sexuales del soldado. El objetivo terapéutico era conocer la parte de fantasía. No debían espiar, sino hacer un trabajo cuyo alcance conocían en relación con la cura del soldado como cualquier enfermera”. [1]

Así era él, en cada momento sacaba provecho de los medios que tenía a su disposición para llevar a cabo sus proyectos terapéuticos. Tosquelles se ríe de que en Almodóvar adquirió reputación de “hacer hablar a los mudos”, eran soldados que llegaban sin habla afectados por los traumas de la guerra y a los que él ofrecía su presencia y su escucha, o les brindaba a otro paciente que ya se hubiera curado y que los “desmutizaba”, en palabas de Tosquelles. Dice de sí mismo “no he sido un hombre de milagros. He sido un hombre tal vez oportunista, que ha intentado hacer cosas en situaciones catastróficas. Siempre hay signos de renacimiento, o la posibilidad de hacer algo. Eso es todo”. [2]

El 1 de septiembre de 1939, tras finalizar la Guerra Civil, Tosquelles, como otros 500.000 españoles, se ve forzado a dejar su país y huye a Francia cruzando los Pirineos a pie. Ninguno de ellos podía imaginar lo que les esperaba allí, ninguno pensó que serían internados en campos de concentración como el de Argelès-sur-Mer que llegó a reunir a 87.000 españoles. Desde finales de 1939 hasta el 20 de enero de 1940 Tosquelles permanece en Septfonds, un campo pequeño con unos 16.000 republicanos. Allí volvió a hacer lo que ya había hecho antes, sacar lo mejor de cada circunstancia y aprovechar para montar una pequeña unidad psiquiátrica en la que no solo brindaba ayuda médica y en sus propias palabras procuraba “convertir al hombre en hombre”, sino que también facilitó las evasiones del campo en la medida en la que le era posible. Al recordar esta etapa Tosquelles dice “nunca antes había realizado tan buena psiquiatría como en el campo de concentración” [3] y añade “ saqué la conclusión de que debemos y podemos practicar la mejor psiquiatría en cualquier lugar, a condición de que tengamos en cuenta las situaciones sociales concretas, el lugar donde nos encontramos con los enfermos; y de que sepamos aproximadamente a qué atenernos en relación con las articulaciones psíquicas internas de cada uno o con los grupos de afiliación o de coexistencia”. [4]

No era fácil salir de estos campos de concentración; una de las opciones era alistarse en las Compañías del Batallón Extranjero para luchar contra los Nazis, o unirse a la Resistencia, otra alternativa era que te ofrecieran un puesto de trabajo y eso fue lo que le ocurrió a Tosquelles cuando el Doctor Belvet, director del manicomio de Saint-Alban, a petición de un amigo común fue a recogerlo para que trabajase en su hospital. Las primeras salas de la exposición están dedicadas a la estancia de Tosquelles en Septfonds, hay fotografías del campo y se muestran algunas pinturas realizadas por artistas españoles.

Tosquelles llega a Saint-Alban en enero de 1940, se encuentra un hospital enorme compuesto de varios pabellones con espacios pequeños y poco iluminados que no facilitaban la relación entre los enfermos, todo muy diferente al Institut Pere Mata. Estaba también la dificultad del idioma, ya que por ese tiempo Tosquelles todavía no hablaba bien francés. Hacía unos años se habían analizado con un húngaro, ahora era psiquiatra de pacientes de habla francesa. “Un psiquiatra, para ser un buen psiquiatra, debe ser extranjero” [5] para así sentir la necesidad de traducir para entender al otro.

Francia estaba parcialmente ocupada por los nazis y gobernada por el régimen títere de Vichy, la guerra había producido una grave crisis económica en todo el país, el abandono de la agricultura y la escasez de alimentos. Estas circunstancias tuvieron consecuencias letales para los asilos, se calcula que entre 1940 y 1944 unos 40.000 internos murieron de hambre o falta de cuidados. Así las cosas, el primer objetivo de Tosquelles fue la supervivencia, organizó a los enfermos y al personal y junto con los campesinos de la zona cultivaron los campos cercanos en un sistema de cooperativa, el proyecto fue el primer éxito de Tosquelles en Saint-Alban ya que consiguió que no hubiese muertos por hambre aplicando los principios que Tosquelles mantuvo durante toda su vida: convivencia entre los locos y el personal, apertura del centro a su entorno y vínculo social con los vecinos del asilo, generando así una institución arraigada en su entorno.

También fue la guerra la que propició la llegada de nuevos “internos” a Saint-Alban, internos que no estaban locos, sino que huían de la persecución política, así es como el “asilo” cobró todo su significado como “lugar privilegiado de refugio para los perseguidos. Amparo, protección, favor” (R.A.E.). En Saint-Alban se escondieron el fotógrafo Jacques Matarasso, los poetas Paul Eluard y Tristan Tzara, el artista Jean Duboffet y el psiquiatra Jean Oury entre otros. Estas estancias provocaron un contacto real entre los surrealistas y la locura. En las fotografías de Matarasso que se encuentran en la exposición podemos ver a Paul Eluard y Tristan Tzara durante su estancia en Saint-Alban, escenas protagonizadas por Tosquelles y las actividades cotidianas de los internos. Paul Eluard escribió allí un conmovedor poema, Souvenirs de la maisson des fous en el que rememora su estancia junto a los locos, Tristán Tzara cuenta su experiencia en su poema, Parler seul que fue ilustrado por Joan Miró y que se puede ver en las vitrinas centrales de una de las salas del Reina Sofía.




Tristán Tzara y Joan Miró, Parler seul (1948)

Durante su estancia en Saint-Alban el artista Jean Dubuffet observó las obras que los locos hacían en los talleres organizados por Tosquelles como parte de su proyecto de ergoterapia, realizaban dibujos, bordados y esculturas que intercambiaban con los vecinos por pequeñas cantidades de dinero, tabaco o comida. Dubuffet quiso adquirir estas obras como parte de su proyecto del Art brut, un arte indemne a la cultura artística. Tosquelles tuvo algunas reticencias sobre si esto era conveniente o no para sus pacientes, para él era importante que su proyecto de ergoterapia fuera honesto con los internos, no quería que ellos se pudiesen sentir explotados ni que sufrieran por la separación de sus obras, además le preocupaba la descontextualización de lo producido en el manicomio. Con todo esto puso una serie de condiciones a Dubuffet para que este adquiriese las obras y las expusiera en París en el Foyer de l’art brut de 1948, en el que destacaron las esculturas realizadas por Auguste Forestier, internado en Saint-Alban desde 1914 hasta su muerte en 1958. La exposición dedica varias salas a exponer estas obras realizadas por los pacientes de Saint-Alban.




Tosquelles con un barco de Forestier

La estancia de estos intelectuales en el manicomio no era parte del proyecto de Tosquelles, pero él lo supo usar a su favor, pues convivieron con los internos, escribieron sobre ellos, los retrataron, los entrevistaron… y hablaron sobre ellos a través de sus obras dando una visión inédita de la locura.

El proyecto de Tosquelles era un programa político en el que se combinan ideas marxistas, surrealista y psicoanalíticas, cuyo principal objetivo era curar las instituciones, unas instituciones que para él estaban enfermas y que eran la raíz social de la locura. Este plan tenía varios frentes en los que se debía avanzar, Tosquelles creía firmemente en la necesidad de una formación permanente del personal, así como una remuneración digna. Él desarrolló la psicoterapia institucional; había que curar la institución para poder curar al enfermo, darle a éste responsabilidad en su tratamiento, desarrollar la ergoterapia ofreciendo a los internos la posibilidad de trabajar; un ejemplo de esto fueron las obras que se realizaron en los pabellones creando espacios más amplios, lugares de reunión que se utilizarían como biblioteca, talleres… Esas obras corrieron a cargo de los internos siendo así ellos protagonistas y responsables de la mejora de sus vidas. Estas reformas fueran filmadas por el propio Tosquelles y la película se muestra en una de las salas de la exposición.

La psicoterapia institucional era un proyecto amplio en defensa de la dignidad del loco. En Saint-Alban se estableció un club de internos, se inauguró una cantina regentada por ellos mismos, se publicaba un periódico de circulación interna con marcado carácter terapéutico y otro para la difusión exterior en el que se compartían los logros alcanzados, había una imprenta en la que se llegó a imprimir la tesis de Lacan, se realizaban constantes reuniones entre los locos y el personal con el objetivo de “colectivizar la producción del conocimiento”. De todos estos proyectos dan cuenta las películas que Tosquelles filmó y que exhibió, en 1958, en Barcelona en el IV Congreso Internacional de Psicoterapia, en su primer regreso a España desde su exilio, y en el que coincidió con Lacan. Estas películas también se pueden ver en la exposición, así como las realizadas, en 1961, por Mario Ruspoli Les Inconnus de la terre y Regard sur le filie, crudas, conmovedoras, emotivas, y llenas de ternura como era la vida en el asilo.




Tosquelles con Lacan, Barcelona 1958

Tosquelles siguió trabajando en Saint-Alban hasta 1962. En 1967 se le ofrece la dirección del Institut Pere Mata, él la rechaza, aunque comienza a ir mensualmente a Reus y a desarrollar proyectos inspirados en los realizados en Saint-Alban. En 1970 se crea el “Grupo de las casetes” en los que se graban supervisiones colectivas de análisis que se envían a Tosquelles para su control, este grupo se mantuvo hasta su muerte en 1994. Con las cajas de las casetes se ha hecho una instalación en el Reina Sofía.

¿Por qué con la llegada de la democracia a España no se reivindicó la figura de Tosquelles? En esos momentos se vio la antipsiquiatría como una postura contraria a la represión y la censura franquista mientras que la psicoterapia institucional no fue recibida como una práctica crítica. En palabras de Joana Masó, directora desde 2017 del proyecto de investigación “El legado olvidado de Francesc Tosquelles”, “el nuevo espacio democrático no creó vínculos con las experiencias radicales de la República, un legado como el de Tosquelles quedó sin trasmisión”. [6] Ahora tenemos la oportunidad de conocerlo.

Notas

[1] Masó, A. (2021). Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo, pág. 108. Ed. Arcadia.

[2] Ibíd., pág. 250.

[3] Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo, catálogo de la exposición (2022) Centro Nacional de Arte Reina Sofía, pág. 47.

[4] Masó, A. op. cit., pág. 120.

[5] Catálogo…op. cit., pág. 17.

[6] Masó, A., op. cit., pág. 334.