Gerardo Réquiz

Por Cristina Vírseda.

Lacan en Caracas: Cuarenta años y (de) un instante (de ver) [1]

Gerado Réquiz es miembro AME de la AMP y de la NEL. Actualmente reside en Madrid, España.


◊ ◊ ◊

-Cristina Virseda: La presencia de Lacan en Caracas en 1980 tuvo un estatuto de acontecimiento iniciando su internacionalización. Lacan a partir de ese momento está propagado por el mundo. Esta internacionalización ha construido un país que no tiene fronteras… El país del psicoanálisis, lo llamará Graciela Brodsky.

Otra colega de la Nel dirá que la llegada de Lacan a Caracas es un acontecimiento abierto que 40 años después tiene efectos como las ondas de las olas… Los analistas de Caracas aún hoy tocados por el efecto de la venida de Lacan siguen haciendo olas más allá de las fronteras de su país geográfico…

Honestamente desconocía la dimensión política, epistémica y clínica que tuvo la llegada de Lacan a Caracas, una dimensión excepcional, me atrevo a decir después de lo que averigüé durante estos meses. Por este motivo decidí realizarle la entrevista.Estoy muy agradecida a Punto de Fuga y a usted que accedió a ser entrevistado.

-Gerardo Réquiz: Gracias a ti por la invitación y a Punto de Fuga.

Cristina Virseda: Usted señala que hubo un antes y un después tras el encuentro con Lacan en Caracas en julio de 1980. Asemejándolo a un instante de ver, un momento fundacional que se prolongó como una suerte de perplejidad. Pensando en que usted era un joven psicólogo, recién graduado ¿Cómo marcó en su formación el encuentro con Lacan? ¿Puede comentar su experiencia a los lectores de Punto de Fuga?

-Gerardo Réquiz: Sí, por supuesto. Ese fue un verdadero acontecimiento que me marcó definitivamente. No solo en mí sino en la de muchos otros que tuvimos el privilegio de vivirla. Para mí fue un instante de ver y tratar de asimilar en lo posible todo lo que ocurría con la poca formación analítica de la que disponía.

Pero, como bien dices, fue, sobre todo, un acontecimiento que escandió la historia del psicoanálisis con un antes y un después que se pudo leer retroactivamente al poco tiempo. Eric Laurent dice en una entrevista reciente que la presencia de Lacan en Caracas fue una báscula en la internacionalización del psicoanálisis; a partir de ahí todo cambió.

En 1980 yo era un joven recién egresado de postgrado en Psicología clínica, comenzando a ejercer como psicoanalista. Venía de una impregnación de las corrientes humanísticas, muy de moda en los años setenta. No podemos olvidar que Venezuela ha tenido una enorme influencia de Estados Unidos donde esas terapias florecieron: la Gestalt, el Análisis transaccional, el psicodrama y, desde la perspectiva psicoanalítica, de la contratransferencia en boga por las corrientes de la relación de objeto que reinaba en la Internacional Psicoanalítica local. Freud permanecía olvidado en las facultades de psicología, tomadas por las terapias cognitivo conductuales.

Para aquel entonces ya estaban en Caracas Diana Rabinovich, Graciela Brodsky, Dudy Bleger, colegas de Argentina que se habían exiliado por la dictadura que sufría su país en aquel momento.

Yo me acerqué a Diana Rabinovich en el 1977 para organizar un grupo de estudios sobre Freud. Después se agregaron otros analistas como Manuel Kizer, que era un analista muy reconocido, expresidente de la IPA local, y la había abandonado para marcharse al naciente Campo Freudiano. La IPA local empezó a inquietarse porque varios de sus miembros se dirigieron al Campo Freudiano, todos querían entender a Lacan.

Diana Ravinovich dirigía el curso. Con ella controlé mis casos durante su permanencia en Venezuela. Entonces, bueno, surgió la idea de hablar con Jacques Alain Miller para invitarlo a Caracas. Ella viaja a París y le comenta a Miller que había un grupo de estudiantes de Lacan en Venezuela, un grupo muy interesado y serio que proporcionaba una base suficiente para traer a Lacan en Venezuela. “Vine porque me dijeron que era el lugar propicio para convocar a mis alumnos de América Latina”, dijo en su intervención.

El Ateneo de Caracas nos ofreció un espacio para reunir al grupo de estudios. Por cierto, debo mencionar que El Ateneo de Caracas fue un pilar fundamental en la organización de la visita de Lacan a Venezuela, así como también el diario El Nacional. En 1979 llega Miller a Venezuela y dicta sus famosas Conferencias Caraqueñas. La anécdota de cómo se decidió la visita de Lacan a Caracas frente una hermosa… es bastante conocida, entonces no la repetiré.

Lacan ya había fundado el Campo Freudiano en París pocos meses antes, pero en esa visita de Miller se sembró la semilla de una nueva internacional del psicoanálisis, lo que sería años después la Asociación Mundial de Psicoanálisis ( AMP), pero inicialmente lo que se instaló fueron los Encuentros del Campo Freudiano dirigidos por Judith Miller. El Campo Freudiano no era más que un significante que agrupaba a los interesados en la enseñanza de Lacan.

Cristina Virseda: “La posibilidad del encuentro está inscrita en el corazón mismo del lazo social que constituye la escuela de Lacan” dice Angelina Harari, presidenta de la Asociación Mundial del Psicoanálisis, (AMP) en su intervención en la NEL Caracas el pasado julio en el Acto Conmemorativo. Angelina Harari reconoce que el momento de conmemoración de los 40 años de la llegada de Lacan a Caracas es un momento importantísimo no solo para Caracas sino para la AMP, afirmando que la existencia de la misma es una consecuencia de la enseñanza de Lacan tal y como se difundió por primera vez, fuera de Francia. Miller por su parte señala en algún momento que vio la perspectiva de la Asociación Mundial del Psicoanálisis justo en el encuentro de Caracas. El significante AMP que surgiría años más tarde está conectado a ese encuentro y se proyecta posteriormente en los encuentros internacionales.

Denos su versión usted que estuvo allí y que puede hacer una lectura de aquel acontecimiento cuarenta años después.

-Gerardo Réquiz: Si, no sólo lo digo yo, otros colegas han puesto de relieve que, efectivamente, ya había un deseo de internacionalizar la enseñanza de Lacan. Seguramente esa internacionalización estaba ya en la mente de Miller. Los aportes del gran pensador que fue no debían quedarse en Francia, sino que debían ocupar un lugar como el de Freud en el psicoanálisis y por lo tanto extenderse internacionalmente.

La enseñanza de Lacan no deja piedra sobre piedra con respecto a lo que era la situación del psicoanálisis después de Freud. Introdujo cuestionamientos en la institución y modificaciones en el ejercicio de la práctica que, como todos sabemos, le valieron su expulsión de la Internacional de la que era miembro.

Te agradezco que hayas recordado la mención del significante encuentro que destaca Angelina Harari. Es un punto muy interesante porque eso fue lo que sucedió cuando Lacan llegó a Caracas: un encuentro. Lacan quería encontrase con sus lectores fuera de Francia y dice, más o menos en estos términos: vengo a ver si he enseñado algo… vengo a ver a los que no me han visto a mí y yo tampoco los conozco porque no van a mis seminarios semanales en Paris. Así se dio el encuentro con Lacan y entre los analistas que asistieron de varios países. El significante encuentro se mantuvo, y se mantiene aún hoy, en la orientación lacaniana.

Una vez concluido el “evento Lacan” tuvimos que hacer un esfuerzo de puesta al día de su enseñanza y, al mismo tiempo, sostenerla en el ámbito local. Comenzaron a venir los analistas franceses, por aquel entonces muy jóvenes, con quienes hicimos nuestra formación los que permanecimos en Venezuela: Jaques Alain Miller, Judith Miller, Guy Clastres, Gerard Miller, Serge Cotett, Colette Soler, Michel Silvestre, Eric Laurent, que ahora recuerde. Los que no hablaban español comenzaron a aprenderlo.

Al inicio se improvisó una cabina de grabación en la casa de Diana Rabinovich, Juan Luis Delmont era el intérprete. Él fue traductor e interpreta de Lacan en Caracas. El grupo de estudios lo componíamos: Manuel Kizer, Clara Kizer, Dudy Bleger, María Enma Scull, Alicia Arenas, Juan Luis Delmot, Julieta Ravard, Graciela Brodsky, Carmen Ramia y yo, que recuerde en este momento.

Cristina Virseda: Jacques Alain Miller señala en varios de sus textos que el psicoanálisis debe encontrar el modo de inscribir su futuro en toda circunstancia para que cualquiera que quiera dirigirse hacia él lo encuentre como interlocutor. En la misma línea usted señala que no se puede desligar la enseñanza del psicoanálisis del contexto político de la época, incidiendo que debe haber un Estado de Derecho para que el psicoanálisis prospere. En otro momento usted dice que la contingencia puso a Venezuela en el mapa político cuando no era un país de tradición psicoanalítica. ¿Qué condiciones reunía Venezuela en aquel momento que no reunía Argentina?

-Gerardo Réquiz: Lacan dijo que él no iba a ningún sitio donde no estuviera asegurado el Estado de Derecho, que es la premisa fundamental para que el psicoanálisis pueda prosperar. Si uno no puede cuestionar los significantes amos de un sistema y las identificaciones que inducen, como dice Miller, el psicoanálisis está verdaderamente impedido, puesto que eso es lo que hace el psicoanálisis, cuestionar las identificaciones.

Venezuela para el momento sí garantizaba el Estado de Derecho, y Lacan estuvo de acuerdo con ir a Caracas, y así se hizo. Lacan debió haber viajado a la Argentina, que era, digamos, el país del psicoanálisis, pero la dictadura feroz que la gobernaba no lo hacía posible a los ojos de Lacan. Sin embargo, su elección de Venezuela produjo reacciones negativas. En sus propias palabras: “…la apariencia, en efecto, indica que esta Reunión molesta a mucha gente, y en particular, a aquellos quienes hacen profesión de representarme sin pedir mi opinión. Entonces, cuando me presento, forzosamente pierden los estribos”. Venezuela no era un país de tradición psicoanalítica pero las circunstancias hicieron que Lacan aterrizara en Caracas.

Cristina Virseda: Usted habló en el Acto de Conmemoración celebrado en la Nel Caracas en julio pasado de cómo Lacan mantuvo el sintagma de la Causa Freudiana hasta el punto que hace una escuela con este término. Para usted Lacan llevó esta causalidad a extremos extraordinarios. Y por otro lado señala a propósito de esa causalidad extrema que a pesar de que lo Real se hace insoportable en las instituciones, si uno está causado no puede dejar de sostener el lazo social. Y esto me conecta también con otra frase que es la de “no soy yo el que triunfará sino el discurso al que sirvo”.

¿Puede ampliarnos este punto?

-Gerardo Réquiz: Efectivamente, tal como dices, Lacan lleva la causalidad hasta sus últimas consecuencias. Miller lo ha destacado en su curso, y no solamente para fundar una escuela que llevará ese significante: Escuela de la Causa Freudiana. Mantiene la causa de Freud, el filo cortante, como él mismo dice, del descubrimiento freudiano que había sido aplastado sobre todo por el american way of life que se apoderó del psicoanálisis. El trabajo de Lacan sobre la causalidad es inédito y verdaderamente extraordinario. Distingue la causalidad de la determinación, que era de lo que Freud hablaba con respecto a los síntomas. El aporte final sobre la causa tuvo primero que pasar por despejar lo imaginario de lo simbólico, pasar de lo simbólico a la lógica de la cura, de la lógica de la cura a los matemas. Pero ya, tiempo antes, en el seminario La ética del Psicoanálisis se inicia el desarrollo sobre la causalidad que se prolongará hasta su última enseñanza. Estoy recordando cosas conocidas pero fundamentales como el aporte inédito de Lacan sobre la posición del analista en la cura, justamente, como causa del deseo de análisis.

“Estar al servicio de la causa”, que mencionas en tu pregunta, se asocia en la práctica a varios aspectos. A lo que mencioné antes se agrega que al final del análisis, el destino del analista, creo que es Miller quien lo dice gráficamente, es quedar colgado del perchero. Es decir, deja de fingir como causa del deseo, pero ha servido a la causa hasta su término. Desde esta perspectiva no hay cabida para la impostura con el saber, ni para los excesos de certeza de parte del analista, no hay impostura con nada que no sea servir a la causa y por eso es necesario el análisis personal para poder asumir la función de la causa. Lacan en eso es taxativo: el objeto de un análisis es formar un analista para que al final se pueda asumir como semblante de la causa.

Cristina Virseda: Punto de Fuga fue creado por varios colegas, estudiantes de la Sección Clínica de Madrid (Nucep), de la ELP, impulsado por Jonathan Rotstein. Hay una frase para mí muy enigmática que siempre que la leo me interroga. Quisiera que usted que cuenta con una larga experiencia como docente la esclareciera para mí y para tantos que nos acercamos a la enseñanza de Lacan: “No ceder ante lo real en juego en la formación es un principio de política lacaniana que formula Miller”. En otros términos, no ceder ante los efectos transferenciales de su enseñanza.

¿Cómo interpreta usted esta frase?

-Gerardo Réquiz: Muy interesante esa frase porque está en el corazón de la orientación lacaniana. No ceder ante lo real significa no ceder ante los impasses que pueda producir. En el análisis, y esto es exclusivo, se puede decir, de la orientación lacaniana, el analista no va a la caza del sentido para modificar el goce del síntoma. Al contrario, el encuentro con lo real es lo que se espera en la sesión analítica para intervenir separándolo del sentido que lo fija, en el camino para poder arreglárselas mejor con el goce del síntoma. Esto va aparejado con una noción inédita de la interpretación que la aleja totalmente de su uso hermenéutico. Habría que desarrollarlo.

Lacan sigue los pasos de Freud sobre la satisfacción pulsional para construir su noción de goce como una forma de lo real. Lo mismo ocurre con respecto al objeto perdido que Freud introduce ya en la interpretación de los sueños. Es sorprendente que el concepto de goce solo se haya tomado en el campo lacaniano, a pesar de estar implícito en Freud.

Finalmente, la clínica de lo real, la lacaniana, equivale a la clínica del síntoma, en tanto el síntoma contiene algo de ese real ineliminable. Y en la cura vamos al encuentro con lo real porque está en el corazón del sufrimiento, aunque se sepa que no se lo puede decir, que lo real se bordea, que se lo puede acantonar de alguna forma, lo que podemos es darle una nominación, como propone e insiste Lacan. También vale mencionar que no ceder ante lo real está en la base del tratamiento psicoanalítico de la psicosis que Lacan no desestima, muy por el contrario.

Y lo real, para continuar con tu pregunta, adquiere mayor preponderancia a partir del seminario 19, …O Peor. Miller habla al respecto de un cambio de paradigma en Lacan, en el cual, entre otras cosas, propone al Uno como primero, no ya lo simbólico. Se reelabora con esto la psicopatología freudiana. Por otra parte, en lugar de trabajar la psicosis a partir de la neurosis, trabaja el psiquismo mental a través de la psicosis; es Lacan lector de Joyce, como Freud lo fue de Schreber.

Cristina Virseda: ¿Qué le sugiere a usted la forma Escuela como tratamiento posible a las dinámicas de grupo o lo que Miller llamara su doctrina secreta, según lo cual todo en ella es analítico? Esta fórmula permite tratar sus impasses con los mismos principios de la praxis. Es una idea formidable que modificó el psicoanálisis en el mundo.

¿En qué sentido? Me pregunto.

-Gerardo Réquiz: Se ha escrito bastante sobre porqué Lacan toma la forma Escuela para su institución. Es de tal importancia este hecho para la existencia del psicoanálisis que Miller, si recuerdo bien, dice que la Escuela es el quinto concepto fundamental del psicoanálisis. Lacan la toma en el sentido de la Escuela antigua, de la Escuela donde se rectificaba la ética, donde el saber se trasmitía de otra manera, por transferencia, diríamos hoy; y es de allí donde él se inspira para hacer su Escuela. Un espacio, además, donde el analista es el sujeto de su propia experiencia, donde va en calidad de analizante a exponer su trabajo y a exponerse y, donde lo que se mantiene constante y permanente es la pregunta: ¿Qué es una Escuela?, ¿Cómo hacer para que exista? Porque no se la puede formular y decir: Existe. No es un enunciado fundacional que daría existencia e instalaría una inercia, hay que hacerla existir a diario. A la Escuela se la interpreta como si fuera un sujeto. En ella aparecen síntomas y fantasmas colectivos. En fin, todo esto constituye el gran reto de lo que quiere decir hacer Escuela. Y debe ser puesta en acto cada día, en cada acción para comprobar que realmente es la Escuela de Lacan, donde todo de ella, como bien dices en tu pregunta, sea analítico.

Cristina Virseda: ¿Qué puede hacer la institución?

-Gerardo Réquiz: Esta pregunta importante sitúa la cuestión a nivel del deseo. Del deseo de hacer Escuela con el estilo singular de cada uno, con las diferencias y los arreglos con el goce que haya encontrado en su análisis. Y no hay Otro que nos diga cómo hacer. Por otro lado, no se puede apelar al activismo para que sus miembros trabajen. La institución puede brindar los medios para que el analista se forme dentro del contexto de la transferencia de trabajo como, por ejemplo, el dispositivo del cártel, pero hasta allí. Estar en la escuela implica tener un deseo puesto en acción por la causa analítica. Lacan decía que esperaba poco de la gente y todo del funcionamiento. Creo que esa frase sitúa las cosas en la perspectiva adecuada para una Escuela de psicoanálisis desde el corpus de doctrina que nos ha legado Lacan.

Con respecto a la decisión de demandar entrada en la Escuela eso debe pasar por el análisis personal. Se puede estimular a la persona que lo desea y no se atreve a dar el paso, no veo por qué no, pero no hay fórmula para ello. En realidad, poco puede hacer la institución ante un acto como ese que depende del momento en el análisis en que uno está y del vínculo que tenga con el psicoanálisis como tal.

Cristina Virseda: Se me ocurre la siguiente pregunta al hilo de lo que usted dice ¿Qué opina usted de esta fórmula que utiliza Miller “lo inhumano del analista”, lo dice en el Banquete de los Analistas?

-Gerardo Réquiz: Ah, cierto, la inhumanidad del análisis es una afirmación que circula en los medios terapéuticos. ¡Y tienen razón! El psicoanálisis no es un humanismo, no es una conversación, no es un querer el bien del otro, ya Freud lo decía advirtiéndonos contra el furor curandis; no se trata de llevar a nadie de la mano por la vida, eso lo hace la familia, los amigos, lo hacen las terapias. Ya hay suficientes humanos para humanizar al sufriente y bastantes libros de autoayuda para apaciguarlo. El analista, al menos en la orientación lacaniana, no es aliado de la persona, es aliado en todo caso del inconsciente del sujeto, para decirlo brevemente. Tampoco es una práctica de dos inconscientes que vibran al unísono, como nos enseñaban cuando hacía posgrado. No hay alianza empática con el individuo, con la persona como tal en un análisis bien llevado. La práctica analítica va al encuentro de lo real, va en contra de las identificaciones, va en al camino de la obtención de la diferencia absoluta, todo esto es lo contrario de lo que pretende el humanismo. Suena duro, ¿no es cierto? Pero nuestro quehacer nada tiene ver con lo que decían los Beatles: ¡All you need is love!

Cristina Virseda: Retomando de nuevo la conmemoración de los 40 años de la presencia de Lacan en Caracas, hábleme de ese importante seminario llamado el Seminario de Caracas, invítenos a leerlo, díganos las razones por las cuales debemos conocerlo.

-Gerardo Réquiz: Antes de intentar responder a tu pregunta voy a contarte una anécdota de aquel evento que aún recuerdo vivamente y me viene a la memoria con respecto a la presencia del cuerpo en la cura. Asistí a un almuerzo en una mesa numerosa en el edificio del Ateneo de Caracas, que aún estaba en obras, con Lacan a dos cuerpos de distancia, la presencia de Lacan me producía una extraña y molesta sensación. Sobre todo, recuerdo la fuerza de su mirada. Cuando miraba, porque prácticamente no hablaba, era penetrante, directa, difícil de sostener. Seguramente bastante conocida por quienes lo frecuentaban en Paris, pero nueva para nosotros. Otros colegas se han referido a esa mirada penetrante de Lacan en aquel momento, porque es inolvidable. El efecto de su presencia corporal, que iba más allá de la idealización que precedía su llegada, era como si encarnara lo real, que es justamente a lo que sirve la presencia del cuerpo en la sesión, lo comprendí mucho después. No fue una comida terrible como la que nos cuenta Graciela Brodsky. En esta había más gente y, ante el silencio de Lacan, otros hablaban afortunadamente.

Lo que se conoce como último seminario de Lacan en realidad fue la intervención que hizo para la apertura de la Reunión sobre la enseñanza de Lacan y el psicoanálisis en América Latina que inauguró la serie de encuentros del Campo freudiano en el mundo y que se celebran hasta nuestros días cada dos años.

Me preguntas por qué leer este seminario. Bien, más allá de la respuesta obvia porque se trata de un texto de Lacan, te diría que ese seminario es rico en breves puntuaciones de las enseñanzas de sus seminarios, en particular de los últimos. En ese seminario precisa, en primer lugar, la diferencia con Freud y al mismo tiempo se declara freudiano y sigue su senda.

En segundo lugar, nos da cuenta de un acto: a los ochenta años disuelve su Escuela y se viene a Venezuela: “Ustedes saben del problema que tuve con mi Escuela de Paris. Lo resolví como se debe, tomándolo por la raíz. Quiero decir, arrancando a mi pseudo-Escuela de raíz”, realmente una enseñanza en acto. También entrega a sus lectores en América Latina el anudamiento borromeo para “orientarnos en la práctica”. Continúa con una alegoría de la mujer utilizando un cuadro de Bramantino: “Hay una pintura que me baila en la cabeza desde hace tiempo… es de Bramantino. Pues bien, esta pintura está bien hecha para testimoniar de la nostalgia de que una mujer no sea una rana, la cual está muerta patas para arriba en el primer plano del cuadro. Lo que más me ha impactado en el cuadro es que la Virgen, la Virgen con el niño, tiene algo así como la sombra de una barba. Con lo cual se parece a su hijo como lo pintan de adulto”. En fin, hay bastante más que puede leerse en su Seminario de Caracas. Para los que nos iniciábamos en su teoría y apenas conocíamos algo de su trabajo sobre el lenguaje y lo simbólico, esto era desconcertante y fascinante al mismo tiempo.

Lacan estuvo el fin de semana escuchando todas las ponencias que posteriormente fueron publicadas en 1982 por el Ateneo de Caracas. Entre ellas se destacaba la de Jacques-Alain Miller cuyo título no recuerdo pero que se la conoce como “El otro Lacan, el de lo real”.

Cristina Virseda: Para ir concluyendo hace 90 años que fue publicado el Malestar en la Cultura ¿Cómo ve este momento pandémico?, ¿Qué vigencia encuentra esta obra el momento actual?

Gerardo Réquiz: El texto “Malestar en la cultura” de Freud está más vigente que nunca porque el goce y lo real están más y más presentes en la civilización y de variadas maneras. Los progresos de la ciencia, que son extraordinarios y producen tanto beneficio, traen aparejados el discurso del bienestar total y la idea de que los efectos de lo real pueden eliminarse. La idea de progreso que subyace es una herencia de la Ilustración. Ponemos un cohete en la luna, pero seguimos teniendo los mismos problemas con el lazo social que tenían los griegos hace 2000 años, entonces ¿de qué progreso estamos hablando? El texto de Freud se puede tomar como una respuesta a todas las ilusiones de hacer desaparecer lo real de la escena humana.

Cristina Virseda: Para ir finalizando ¿qué opina usted de lo virtual?

-Gerardo Réquiz: Es un tema tan actual que merece un comentario extenso que no puedo hacer. Te diría simplemente que lo virtual da la razón a Platón cuando postula que la realidad es un constructo. El mundo, en la representación que se hace el sujeto, siempre ha sido virtual, es decir fantasmático, lo que pasa es que antes había referencias más sólidas que obtenían consistencia de la existencia del Otro, ahora esa consistencia ha caído y ya se distingue menos la “realidad” de la ficción, a pesar de los esfuerzos de la ciencia.

Lo virtual me gusta. No pienso que haya que demonizarlo. Es fascinante ver lo que el universo de las redes está haciendo en el mundo. Los teléfonos inteligentes ya forman parte de nuestro esquema corporal, es prácticamente impensable vivir sin ellos. La cuestión ahora se plantea sobre las consecuencias alrededor de lo virtual. Sobre los límites y la cuestión ética, sobre los efectos que produce, los síntomas que crea, el efecto sobre la familia; cómo afecta a la educación, cómo afecta a los lazos sociales, a la sexualidad, pero igualmente el papel que juegan como intermediarios y hasta de defensa contra lo real que se pone en juego en el encuentro de los cuerpos, así como de las respuestas que dan la ciencia, la política, la academia, incluso los Estados en sus instituciones de salud. De todo esto siempre queda un resto asociado a lo real y de ese resto se ocupa el psicoanálisis.

Cristina Virseda: Última pregunta: ¿qué porvenir augura usted al psicoanálisis?

-Gerardo Réquiz: Quiero pensar que va a perdurar, aunque algunos predicen su muerte. Pero el psicoanálisis “es duro de matar”. Y lo que vemos es que no deja de expandirse en el mundo. Creo, como decía Michel Silvestre en un “mañana el psicoanálisis”, el lacaniano. Está por verse. Pero hoy estamos en el Campo freudiano abocados al trabajo para “Mañana el psicoanálisis”, -que es el título de un libro suyo de los años ochenta-, y es así, a pesar de todos los cambios en la subjetividad de la época que amenazan al psicoanálisis.

Además, y esto me parece lo fundamental, como el malestar en la cultura es ineliminable y más vigente que nunca, entonces larga vida al psicoanálisis. Seguirán produciéndose nuevos arreglos alrededor del goce, lo que reconocemos como nuevos síntomas y fantasmas colectivos también nuevos y sus efectos sobre el ser hablante. Entonces, en realidad, el porvenir del psicoanálisis está en las manos de los psicoanalistas. Estamos en la tarea de acoplar nuestra práctica a esos síntomas y a esas nuevas envolturas de lo real, ver cómo lidiar con la necesidad de goce inmediato que exige el mundo de hoy, con imperativo de la felicidad en el que vivimos, etc., y estar atentos a cómo eso se convierte en sufrimiento para el sujeto; allí el psicoanálisis tiene su campo de acción.

Muchísimas gracias.

[1] Este es el título de la conmemoración del evento que celebró la NEL Caracas en julio 2020.