Por Araceli Fuentes
El 11 de marzo de 2004 la ciudad de Madrid y sus habitantes nos vimos afectados por la irrupción de un real sin ley. Según el diario EL PAÍS todo comenzó a las 7.20 horas del 11 de marzo de 2004. A esa hora estallaron 10 bombas en cuatro trenes que circulaban entre Alcalá de Henares y Madrid. Murieron 191 personas y hubo 1.700 heridos.
La conmoción en la ciudad fue extraordinaria y en un momento así algunos psicoanalistas de la comunidad de Madrid de la ELP nos sentimos convocados a una acción que consistió en poner en marcha con urgencia un dispositivo para la atención de los traumatizados por los atentados cometidos por el terrorismo de Al-Quaeda en Madrid.
La urgencia como modalidad temporal del trauma era el tiempo en el que nos encontrábamos y en el que había que dar una respuesta al agujero producido por la efracción de un real traumático, diferente para cada uno. Agujereada la trama de las significaciones rutinarias de los afectados por un real que tenía resonancias propias en cada caso, la relación de cada sujeto con la palabra quedó afectada y el tratamiento conllevaba el restablecimiento de dicha relación rota.
Del 16 de marzo al 22 de abril se abrió un periodo de tiempo en el que se desarrolló un proceso apasionante que puede denominarse el tiempo de la interpretación de la Escuela sobre el deseo de los miembros de la Sede, un deseo de formular una respuesta a los acontecimientos del 11 de Marzo. Para muchos, éste se articulaba con un deseo previo, el de construir un dispositivo de psicoanálisis aplicado en la ciudad.
En la reunión del 23 de Marzo se concretaron algunos aspectos fundamentales del dispositivo: El primer nombre que barajamos fue el de “Red Asistencial-11M”, siendo este el significante que nombraba el agujero que se había producido. Decidimos dejar caer el significante “11-M” y mantener el significante “Red Asistencial de la ELP-Madrid”. Guy Briole subrayó que el significante 11-M no debía permanecer como significante de los afectados, sino como significante del rechazo al atentado mismo, pues la oferta no estaba dirigida a las “victimas” -significante identificatorio que evita la emergencia del sujeto- sino a los afectados directos e indirectos de los atentados, a los que se les ofrecía la posibilidad de ser escuchados, en tanto que sujetos (Ver: ¿Qué escucha? de Guy Briole, prólogo a la trascripción de la primera sesión de trabajo ). De esta manera la oferta de la Escuela se situaba en un más allá del trauma.
La oferta de la Red se configuró como gratuita y limitada en el tiempo –6 meses de atención- gratuidad que no debía ser confundida con ningún tipo de beneficencia, sino como un modo nuevo de hacer existir el psicoanálisis en nuestra ciudad, propiciado por los acontecimientos. Tomando el ejemplo del CPCT de París, no se trataba de ofrecer un psicoanálisis gratuito, sino de ofrecer la posibilidad del encuentro con un psicoanalista.
En este primer momento se hizo patente que se trataba de una apuesta que ponía a prueba nuestra capacidad y nuestra decisión de hacer una experiencia de Escuela, más allá de las diferencias que en ocasiones se presentan como insalvables. La oportunidad surgió de lo real y ésta fue su marca inaugural, su diferencia con cualquier otro proyecto. Desde el inicio estuvieron presentes entre nosotros la preocupación y el deseo de realizar una empresa que pudiera tener continuidad en el tiempo. El proyecto de creación de Centros de Psicoanálisis aplicado, iniciado con el CPCT de París y posteriormente en Barcelona, estaban en el horizonte, y el acontecimiento real nos brindaba una oportunidad inesperada para ponernos a prueba.
El acontecimiento produce la respuesta y sabemos que la respuesta de cada uno es la respuesta de su síntoma. ¿Habría posibilidad de un cierto anudamiento entre nuestros síntomas que propiciara lo nuevo? El día 23 de Marzo, en la segunda reunión, en la que estuvieron presentes Vicente Palomera y Guy Briole, reunión que resultó muy intensa, se decidió nuestra respuesta. Bajo el signo de la emergencia se formó una Comisión Directiva compuesta por la Junta Directiva de la Sede – Araceli Fuentes como directora de la misma, junto con Vilma Coccoz, Miguel Martí y Oscar Caneda – más los dos Consejeros presentes en la Sede – Amanda Goya y Andrés Borderías- y Vicente Palomera como presidente de la ELP. Guy Briole se incorporó en funciones de Asesor científico. La Comisión Directiva fue ratificada por el Consejo y el Directorio de la ELP. De este modo la Red devino una respuesta en acto que ha marcado un antes y un después en la comunidad analítica de Madrid.
Desde el primer momento, la Comisión asumió con decisión la dirección del proyecto, iniciando múltiples gestiones encaminadas a obtener un local para llevar a cabo la atención, darse a conocer a los afectados, a los interlocutores y miembros de las redes de Salud Pública y Salud Mental, a los medios de comunicación, y otros interlocutores sociales, compareciendo así por primera vez en la ciudad. Del mismo modo la Comisión hubo de hacerse cargo de la resolución de toda una serie de cuestiones logísticas y técnicas. Constituyó para su asesoramiento una Comisión Técnica, en la que se integraron los miembros y socios de la Sede con presencia en las instituciones de salud pública de la ciudad –Ana Castaño, Santiago Castellanos, Enrique Rivas y Eva Rivas.
La ciudad y sus respuestas
Dada la magnitud y trascendencia del atentado, se desplegaron en Madrid múltiples respuestas institucionales, públicas y privadas. En los meses siguientes proliferaron las iniciativas de atención provenientes de todo tipo de asociaciones e instituciones. En ese contexto de oferta de especialistas en traumatismo, la Red fue la respuesta de la Escuela con la oferta de un dispositivo que permitiese el encuentro con un psicoanalista.
El presidente de la AMP, Eric Laurent, se desplazó a Madrid para dar una conferencia en el Hospital Clínico cuyo título fue: “El tratamiento de la angustia postraumática: sin estándares pero no sin principios”. Otros miembros de la Red también participaron en este acto: Vilma Coccoz: “Después del 11-M”, Araceli Fuentes: “La vergüenza del extranjero”, Rosa Liguori: “El uso del debriedfing en psicoanálisis” y Guy Briole : “Después del horror, el traumatismo”. Sus intervenciones quedaron recogidas en la revista de la ELP, El Psicoanálisis nº 7.
La respuesta de nuestros colegas de la sede de la ELP de Madrid fue muy importante: 33 personas entre miembros y socios de la Sede se apuntaron a la Red. Un alumno del Nucep solicitó ser admitido como Socio de la Sede en su deseo de inscribirse en la Red. Los Socios de la Sede hubieron de solicitar permiso al Director de la ELP para su admisión en la Red.
La Escuela, tanto la ELP como la AMP, estuvo a la altura de los acontecimientos y aunque en ese momento no lo nombramos así, sólo a posteriori es posible hacerlo, hoy podemos afirmar que La Escuela sujeto hizo una interpretación y un acto que implicó una acción que nos movilizó como psicoanalistas y como ciudadanos: la de crear un dispositivo para atender a quienes habían sido traumatizados en los atentados terroristas.
La experiencia a desarrollar debía de ubicarse en un trabajo de elaboración colectiva, en el que participarían los miembros y socios de la Sede inscritos en la Red.
Guy Briole, quien por azar se encontraba en Madrid en el momento de los atentados para dar una conferencia se ofreció para trabajar con nosotros. Su amplio recorrido en el tratamiento de los traumatizados y con los casos de urgencia fue fundamental en esta experiencia en la que, como él mismo dijo: “cada caso clínico presentado, cada interrogación, duda, invención, cada dispositivo impuesto por las circunstancias, ha constituido el tejido y la riqueza de nuestro trabajo en común. Porque nosotros hemos trabajado verdaderamente juntos, sin complacencia, sin a priori, con el deseo de compartir para avanzar. Desde el principio nos hemos situado en un más allá del trauma, única condición para guardar todo su filo al lugar del psicoanalista. Ustedes verifican hoy, retroactivamente, su pertinencia. La evolución que ustedes proponen así lo testimonia”.
La Red Asistencial de la comunidad de Madrid de la ELP estuvo compuesta por: 22 Miembros: Andrés Borderías, José Antonio Bustos, Oscar Caneda, Dolores Castrillo, Elena Catania, Susana Carro, Vilma Coccoz, Marta Davidovich, Claudine Foos, Araceli Fuentes, Ana Lia Gana, Beatriz Garavelli, Susana Genta, Pilar González, Amanda Goya, Rosa Liguori, Rosa López, Mariam Martín, Marta Mora, Rosa Navarro, Mónica Unterberger y Elisa Zamorano y 11 Socios: Viviana Adatto, Graciela Amorín, Juan José Gómez Balmaseda, Antonio García Cenador, Asunción García Treviño, Graciela Kassanetz, Olga Montón, Marta Mora, Silvia Nieto, Nory Quiñónez, Luisella Rossi y Purificación Valenciano.
La biblioteca de la sede cumplió con la función de consulta improvisada ante la imposibilidad de encontrar otro lugar en la ciudad para ello. Por otra parte, hubo colegas como Amanda Goya y Rosa Liguori, que se desplazaron hasta los barrios de Vallecas y el Pozo, por ser lugares especialmente afectados por los atentados pues muchos de los traumatizados vivían en estos barrios. Estas colegas se desplazaron hasta allí para atender a personas afectadas y a grupos de traumatizados que estaban unidos por lazos familiares mediante la técnica debriefin con el fin de facilitar la presencia de un analista allí donde se hubieran constituido previamente grupos de afectados –esa era la situación de hecho- para permitir una subjetivación particular sin producir un desanudamiento del grupo.
Las circunstancias extraordinarias que nos habían convocado y la presencia de la Escuela, hicieron de esta acción una experiencia de formación para quienes participamos en ella. De esta experiencia Andrés Borderías elaboró una memoria que se depositó en la Biblioteca de la sede. Posteriormente la misma modalidad de trabajo se puso en marcha en los cuatro CPCT que hubo en la ELP.
El eco de nuestro trabajo en la Red Asistencial de la ELP de Madrid fue recogido en la Conversación Clínica del Campo Freudiano del año 2005 realizada en Barcelona con la participación de Jacques Alain Miller. En dicha conversación fui invitada a presentar un caso tratado en la Red, el caso “Mina”. El trauma y los efectos terapéuticos rápidos fueron ejes fundamentales de esta conversación publicada con el título “Efectos terapéuticos rápidos en psicoanálisis”. Traducida al francés y al italiano, ha sido posteriormente traducida al japonés, gracias a los buenos oficios de nuestra colega Ayako Mori, lo que da la pauta del interés que despertó.
La Red Asistencial no sólo ha sido la primera experiencia de un trabajo en psicoanálisis aplicado realizado en la comunidad de Madrid de la ELP sino un verdadero acto de escuela realizado a partir de una oportunidad que surgió de lo real.