Por Graciela Lucci
Dicha formulación se me ha ido imponiendo, a partir de la clínica actual. Me pregunto si podemos pensar cierta articulación posible entre la caída del nombre del padre y el concepto de orfandad en los niños y adolescentes de hoy?
Ubicaremos algunos antecedentes:
-En los diálogos de La República, Platón ya señalaba cierta «proximidad» generacional.
-Lacan en el «Discurso de clausura de las Jornadas sobre las Psicosis en el niño» de (1967) se hace eco del “No hay personas grandes” de las Antimemorias de Malraux, quien narrará la confidencia de un sacerdote al final de su vida.
– En “Subversión del sujeto” [1] Lacan nos advierte de la caída del sentimiento trágico de la autoridad.
– En el texto de “Los complejos familiares” (1938) [2] Lacan ya nos señalaba a la declinación social de la imago paterna como causante de un gran número de efectos psicológicos.
“No hay Otro del Otro”
Lacan enuncia dicha fórmula en el Seminario 6: “El deseo y su interpretación”. Podemos plantear parafraseándolo:
“Todos somos huérfanos del Otro que no existe”, sin embargo me resulta una fórmula un tanto paradojal: es posible hablar de niños o adolescentes sin Otros? El sujeto niño desde el inicio de la vida, tiene que vérselas con el enigma del deseo del Otro y en qué lugar consiente a él . Podemos arribar a una primera hipótesis: los niños y adolescentes, en diferentes momentos, se encuentran con la inconsistencia del Otro; en tanto un Otro que no cumple con su función. Lacan en el texto: “Nota sobre el niño”: promueve un deseo que no sea anónimo, podemos hablar entonces, de huérfanos de las marcas del deseo del Otro. Nos encontramos con adultos que ante la caída de la autoridad, pierden la brújula, o se muestran exageradamente rígidos o permisivos. Otros se muestran como amigos o cómplices, a veces con cierta obscenidad. Estamos inmersos dentro de un capitalismo salvaje que produce constantemente objetos de consumo y de goce. La permisividad actual, la falta de responsabilidad e implicación empujan al imperativo: ¡goza! Nos encontramos por ejemplo, con niños y adolescentes aburridos, abúlicos, al no tener tantas restricciones de acceso al goce. Niños librados a los goces de otros que caen sin velos. Adultos que efectúan una transmisión vacía de marcas de implicación. Observamos en nuestra clínica, niños al decir de Laurent, como objetos a liberados al capricho de su goce, ordenan y tiranizan a padres y docentes. Muchas veces la respuesta que viene del Otro, es la de clasificar, tipo DSM4, a veces medicar, dejando a esos niños en orfandad de su singularidad. Es evidente que los niños y adolescentes son uno de los destinatarios preferidos de las estrategias del mercado de consumo. Otra acepción del conceptp, la evidenciamos en el incremento de las tecnociencias. El saber ya no es más un objeto al que hay que ir a buscar al campo del Otro. Google oferta: todo es posible de ser encontrado, taponando la búsqueda y convirtiendo el saber en autoerótico. A partir de los algoritmos de las tecnociencias, también los adultos padecemos de cierta orfandad, al intentar realizar, por ejemplo, un reclamo telefónico a alguna empresa. No hay personas a quienes reclamar, son algoritmos que nos derivan constantemente a una grabación. Los algoritmos son la nueva modalidad de significación fálica, a partir de la caída del nombre del padre? Las identificaciones que abundan en nuestra contemporaneidad, son lábiles, a partir de la pregnancia de lo imaginario. Lo imaginario releva a lo simbólico y lo fragmenta. Se ausentan los límites que mantenían a los sujetos fijados a identificaciones más amarradas. Las orfandades de identificaciones en referencia a un ideal, pueden ser sustituidas por identidades? Orfandad pandémica |
Estamos inmersos en una realidad coronaglobalizada, cuyas consecuencias, no podemos todavía evaluar, pero sí podemos hablar de los efectos que se nos van presentando en la clínica. Cambiaron las coordenadas, los puntos de referencia son inciertos.
Padres asustados y desbordados, padres amigos de sus hijos, padres en lugar de niños, padres trabajando desde sus casas, todos en casa, todos asustados ante una amenaza real e incierta. Niños y adolescentes, sostenidos por una red simbólica, más agujereada de lo necesario, que dificulta el poder amarrarse de una manera diferente, es decir, con cierta orfandad.
A partir del encierro obligado, la angustia, el miedo y la amenaza, provocan en cierta manera, que la segregación tome la delantera.
El situar lo exterior como interior, produce racismo y segregación porque al estar cerca, amenaza.
En el mundo coronaglobalizado en el que estamos viviendo, el semejante se nos torna enemigo. Remarco lo de globalizado, ya que no es privativo del adolescente, podemos pensar como de alguna manera todos caemos bajo sospecha. El otro es malo, el otro tiene covid, el otro no usa barbijo, el otro, el otro, el otro.
Podemos plantear, que el concepto de extimidad define nuestra realidad.
Los significantes encierro y angustia nos obligan a pensar otra realidad. Niños púberes y adolescentes cuyo lazo con los pares ha sido cercenado. El lazo con la familia ha cambiado. Las clases son por zoom.
¿Qué escuchamos en la clínica? regresiones, fobias, enuresis, encopresis, dificultades en la inserción escolar, oposicionismo a las clases por zoom al principio de la pandemia y ahora a la modalidad presencial. La angustia se presenta bajo la modalidad de actings y pasajes al acto, los cuales se manifiestan bajo las formas de ataques de “pánico”, cortes, actuaciones violentas, inhibiciones, depresiones, ideaciones suicidas, especialmente en adolescentes.
Nos encontramos con cierta relación entre orfandad y acting out.
El sujeto adolescente adolece de una conmoción estructural. Nos encontramos, por un lado, con la salida de la infancia, en la cual el narcisismo se reconfigura. Por otro, con la vacilación ante la irrupción de lo real sexual y el encuentro con un cuerpo desconocido que genera amenaza. Pero además, como si esto fuera poco, se le suma una amenaza exterior y el encierro: el real y el subjetivo. La amenaza y el encierro están afuera pero adentro a la vez, como una figura topológica, afuera focalizada en el covid, y por dentro en la conmoción estructural. Pero en realidad es afuera y adentro, adentro y afuera. Quizás con más adentro que afuera, con una relación marcadamente autoerótica; circuitos cerrados.
Es muy difícil para cualquier adolescente ir al encuentro con el otro sexo. La pandemia en este sentido, les resulta funcional al encierro y al autoerotismo. También nos encontramos con niños a los que les cuesta salir. Y adolescentes que si bien las clases presenciales ya comenzaron, armaron un búnker en su cuarto, el cual no están dispuestos a abandonar. La pandemia nos dejó un poco a todos en orfandad.
Partimos de la idea que un Acting Out es esencialmente algo en la conducta del sujeto que se muestra, destacándose su orientación hacia el Otro. Es una mostración, es un llamado al Otro
El sujeto en acting reacciona en una alocada actuación dirigida al Otro, pidiendo lo que ni siquiera sabe que pide.
Un sujeto en acting es un sujeto caído del deseo del Otro, lo podemos pensar como otra acepción de la orfandad.
Observamos que frente a tanto encierro, las modalidades de AO y PA, características de la adolescencia, se han incrementado en pandemia. El sujeto adolescente encuentra a través de la modalidad del acting cómo dirigirse al Otro, abrirse al campo del Otro ( no de la mejor manera estamos de acuerdo) . Pero es como un intento de no quedar encerrado dentro de ese intervalo que se cierra (el del fantasma).
Es el analista que a partir de su deseo puede alojar ese acting, y en transferencia lograr que ese sujeto en acting pueda llegar a sintomatizar, es decir, hacer entrar el caballo al picadero transformándolo en un síntoma, pasible de ser analizado, como está planteado por Lacan en el Seminario de La Angustia.
Propongo pensar entonces, al Acting Out como aquello que restaura el intervalo del fantasma. El sujeto en acting pide pista en el campo del otro. Hay un dato actual muy interesante que de alguna manera constata lo planteado: los adolescentes demandan sesiones presenciales.
Conclusión
Nuestra hipótesis es plantear a la orfandad no tanto en sintonía con la fórmula: no hay Otro del Otro, pero sí, en relación a la ausencia de marcas, ausencia de implicación y de transmisión. Es decir: huérfanos en relación a las mutaciones del orden simbólico.
Notas
[1] Lacan J. (1975). Escritos II, Subversión del sujeto y dialéctica del deseo, p.792, Argentina, Siglo veintiuno editores.
[2] Lacan J. (2012). Otros Escritos, Los complejos familiares, Buenos Aires, Argentina, Paidós.