Por Fernando Torres.

Jorge Alemán, en este nuevo libro, nos adentra en un análisis que, con el trasfondo de la situación mundial de pandemia, nos ofrece posibles respuestas a las preguntas más acuciantes que esta coyuntura de la historia está provocando, no obstante, desbordándola, en ese esfuerzo de conjugación, en esa juntura entre lo singular, el lazo social y lo político que el autor sostiene en su obra. Vamos a intentar resaltar en esta reseña las que consideramos algunas de las propuestas más interesantes de entre las muchas que nos ofrece Pandemónium. Notas sobre el desastre.
Ante la pregunta sobre si puede la pandemia estar anticipando el fin del capitalismo, de esa “estructura acéfala que se reproduce ilimitadamente, una maquinaria que aún en los tiempos más críticos tiene capacidad de rehacerse”, ya nos anticipa el autor que no comparte “ese optimismo” que piensa que “de esta crisis saldrá algo mejor y que el capitalismo está tocado de forma nuclear”, dejando como descartada una salida automática del sistema, junto con cualquier concepción teleológica del movimiento de la historia, salvo que se reinvente “una posible vía de emancipación, que conlleve una radicalización de la democracia”.
Alemán se adentrará a orientarnos sobre las posibles alternativas ante ese circuito infernal, sobre los elementos para pensar una salida emancipatoria, siempre por hacerse, contingente, que articulará a través del libro. Y así, el texto se va ampliando, desde el cómo podría pensarse una situación post pandémica a la posible transformación del modo capitalista en una época de declinación del nombre del padre, de “socavamiento” y “declive de la autoridad simbólica”. ¿Serán tan sólo posibles variaciones internas al propio capitalismo?
Capítulo a capítulo, con la pandemia como elemento de referencia (¿por qué se ha metaforizado la pandemia en términos bélicos?, ¿estamos ante una “tercera guerra mundial“?, ¿pagaremos todos por igual por los efectos de la crisis?), nuestro autor va abriendo su campo de análisis a muchos de los interrogantes políticos de la época; entre otros: si es posible “el retorno de lo político”, si hay cabida para un nuevo “proyecto de soberanía popular de izquierda”, y de ser así, cómo y con qué sectores se articularía, y sobre si pueden tener un papel en el mismo las religiones o las fuerzas armadas.
Con respecto al confinamiento, nos plantea que “no debe entenderse como un estado de excepción impuesto autoritariamente por el Gobierno”, y entiende la cuarentena como “lógica protección de la vida humana”; sin embargo, nos advierte de las implicaciones de una deriva expuesta en términos de inmunidad “de rebaño” y su posible desplazamiento hacia una cultura en la que se impusiera “el imperativo que conlleva la desaparición de los más débiles”, así como de una “lógica utilitaria” en la que “conviene que los trabajadores estén bien protegidos” como modo “más útil, para que este mundo continúe”. Y nos pone en alerta y previene sobre la función que, como “plan b” del sistema, ejerce la ultraderecha desde sus postulados paranoicos.
Para Alemán la falacia de que “la empresa crea la riqueza” ha quedado revelada en este tiempo de pandemia, porque si no compareciesen “los que venden su fuerza de trabajo” el engranaje no se sostendría. “Ellos y sólo ellos ponen en marcha la máquina”. Sin embargo, expone, que esto por sí solo no basta para constituir un “sujeto autoconsciente”, pues “el plus-de-goce es el hueso duro de la ideología”. De ahí que el colapso del capitalismo “puede ocurrir, pero no es un hecho necesario”. En ese punto, el autor se introduce en un desarrollo sobre una igualdad “que no suponga ni equivalencia ni uniformidad” y que “se construye en la diferencia singular de cada uno con su inscripción colectiva”, modelo desarrollado en su propuesta de Soledad:Común, y que nos puede dar la oportunidad para conocer “de qué modo un deseo puede transformar los vínculos sociales”, una tarea “enorme y dificultosa” ahora que, a su juicio “el psicoanálisis ya no es el reverso del discurso del Amo, porque el capitalismo ha ido erosionando las estructuras del mismo”, con lo que “el psicoanálisis debería definir su nuevo lugar en la mundialización del pseudo-Amo capitalista”, anudando después su exposición con elementos como la angustia, el deseo, el objeto (a), el fantasma, la ideología, la política, la justicia distributiva, construyendo una profunda reflexión, elaborada con una intencionada claridad de cara al lector.
A partir de aquí el texto mira hacia el futuro tras la pandemia, y nos propone pensar, aunque “nada garantiza que esto suceda”, y sin que sea el efecto de una “elección forzada”, la posibilidad de un “cambio de paradigma”, de un “límite a la globalización neoliberal”, y el “desafío” de “reconquistar la soberanía popular”, algo que plantea como conjeturable y sin garantías, generable a partir de “nuevas alianzas”, renovando su apuesta por la “causa de la Emancipación”, pues, afirma, “el capitalismo no es todavía el crimen perfecto”, en directa referencia a la temática desarrollada en su obra previa.
Nos encontraremos con un capítulo en el que se incluye una entrevista al autor, en cuyas respuestas desbroza en profundidad las características del discurso capitalista, junto con un extenso recorrido de los conceptos de fantasma e ideología y su mutua articulación, y el debate sobre la posibilidad de que esta crisis pueda o no ser “objetiva”, como contradicción interna del capitalismo; aspecto que, analizado, entre otras, desde las perspectivas de Lacan y Marx, ofrece “direcciones opuestas”, y no se garantiza “que se construya un sujeto político” ni que el capitalismo esté “en una de sus últimas vueltas”, siendo más verosímil que sea “capaz de rehacerse una vez más en el colapso”.
Alemán delimita su planteamiento con respecto a la que denomina “posición liberal lacaniana”, en el sentido de que esta entiende que por un lado “cada sujeto goza de modo singular” y “de otro lado estarían los problemas de la política, como si fueran totalmente ajenos, y se deja de lado la articulación”; “pienso”, escribe, “que la fractura que está en el sujeto, también pertenece estructuralmente a la sociedad. Y, aunque sea muy problemática la vinculación topológica entre la fractura del sujeto y la fractura que trabaja en la sociedad, ambas responden ontológicamente a la misma brecha o hiato. La ideología y el fantasma intervienen en los dos casos”.
En esa posibilidad abierta de Emancipación, nunca definitiva, “terminable e interminable”, el sintagma paradojal Soledad:Común desarrollado por Alemán toma una importancia nuclear ya que“viene a ser la precondición de esa articulación como exigencia para que se dé un proyecto emancipatorio”.
Nos encontramos, además, como propuesta de calado, con la de la construcción de estados soberanos, lo que “implicaría una relación entre fuerzas políticas populares, fuerzas armadas y religión”, soberanías que “no estén presas de los mercados”, como “condición de posibilidad de una red internacional”, distinta a la de las actuales superestructuras “que condujeron la globalización hasta ahora”, y “que establecieran entre sí e inventaran nuevas relaciones políticas”.
En definitiva, un libro en el que Jorge Alemán desarrolla su texto con resuelta intención de claridad expositiva, que invita a leerse, y nos abre el camino para pensar en la posibilidad de la salida emancipatoria, contingente, siempre por hacerse, pero también presente en el horizonte como alternativa; añado, tal vez como destino, si un decidido deseo la mueve.
Como dice Alemán: “…como es probable que estemos ante los comienzos de una civilización que se derrumba, la gran incógnita pasa por averiguar si el sujeto, tanto en su singularidad más radical, como en su ser con los otros, lo que denomino Soledad:Común, aún dispone de recursos para asumir un destino distinto y separado del sujeto vinculado por la pulsión de muerte a la civilización, derivada del capitalismo (que ya nació y murió muchas veces)”.
Un libro que, en la línea marcada por el autor en lo extenso de su obra, nos invita de nuevo a que sigamos pensando lo singular del sujeto, el lazo social y lo político cernidos desde la orientación lacaniana.
El inconsciente es la política, ¿recuerdan?