Sobre la Associació TEAdir, el psicoanálisis aplicado a lo plural y sus relaciones con el Campo Freudiano.

Por Erick González

Contexto

TEAdir es un surgimiento diverso. Una respuesta que emergió hace 11 años, empujada por un específico malestar en la civilización, precipitación de una detallista investigación en el marco del Campo Freudiano, en específico de la Sección Clínica de Barcelona. Una respuesta esperada.

Tan esperada era que cuando entré en el Grupo de investigación sobre psicoanálisis aplicado a la institución, en el año 2008, llevaban ya unos cuántos años de recorrido alrededor de una pregunta que podríamos formular así: ¿cuáles son las condiciones para impulsar una institución orientada por el psicoanálisis lacaniano, para el alojamiento de sujetos llamados autistas y psicóticos? [1]

En realidad, detrás de esta pregunta, había claramente una respuesta escondida, porque ya desde el inicio se contaba con la referencia a la práctica entre varios inventada hacía ya décadas en Bélgica.

Sin embargo, aquella empresa tardaba en devenir tangible. En aquel entonces se podía presentir ya el avance totalitario de las TCC [2], en cuya agenda estaba el llevar adelante el proyecto de excluir al sujeto de la clínica y por lo tanto acabar con esta, a partir de un empuje segregativo hacia la llamada reeducación en el campo del autismo.

Varios sucesos nos hicieron salir del ensueño de la pregunta sostenida entonces, en un monótono preludio susceptible a la infinitización. Uno de esos sucesos entonces, vino de “afuera”: una iniciativa en el parlamento catalán pretendía desaconsejar el psicoanálisis. La rápida creación de un Foro sobre autismo [3], impulsado por la ELP fue fundamental para movilizar a la opinión ilustrada. Pero hubo otro movimiento a una escala más pequeña, casi individual, que fue el de una interpretación de Vicente Palomera al “interior” de aquel Grupo de investigación, del cuál era su responsable. La cuestión es que me tomé el atrevimiento de preparar una presentación modesta que no pensé que podía ser molesta (en el sentido de tocar algo de la defensa). Se trataba de una sencilla lectura de la conferencia de Jacques-Alain Miller Una fantasía [4] que Palomera respondió con el siguiente comentario: “Entonces, usted lo que nos está diciendo es que debemos pasar de la indignación a la poesía” [5]. Efectivamente yo estaba indignado con el estado de desamparo institucional, de un cierto desamparo como operador en el trabajo del acompañamiento de gravísimos casos, sin poder contar con un respaldo amplio de una institución orientada por el psicoanálisis. En realidad, no sé si para los demás presentes en aquel momento, pero para mí fue determinante ese señalamiento, y es por ello por lo que puedo decir que tuvo verdaderos efectos de interpretación. Unos efectos de interpretación que además señalaban el camino, ya que sostenidos en una cierta disciplina de “ficción y canto de la palabra y el lenguaje” [6], la disciplina del propio análisis, la referencia a la poesía no era baladí. Lacan en su Seminario 7, cuando se refiere a Hölderlin señala que lo que nos enseña el poeta, es la función de ese lugar -el de la experiencia poética- como el de “aquel en el que se contienen las palabras” [7], es decir, en el que las palabras se retienen.

Es de esta manera que, para mí, ese pasaje de la indignación a la poesía, al modo de una suplencia, por qué no, fue el de la creación de las condiciones de posibilidad para el lanzamiento de una experiencia que venía de ser pensada a lo largo de los años, trabajada por una transferencia y empujada por varios deseos decididos, pero quizá hasta entonces, demasiado cautelosos.

El “Eso fracasa” [8]

Si nuestra orientación a lo real no es de puro señuelo, el hilo que reseguimos para ir al encuentro de los sujetos es el del síntoma, el de lo que no va. En la clínica a la que nos hemos dedicado estos años eso toma cuerpo en lo que hace estallar las buenas formas. Nuestros sujetos “refractarios a los semblantes” [9], evidencian de las instituciones-tipo la impotencia de sus ideales y la rapidez con la que giran hacia sus anversos, despertando la serie de fantasmas del control y de la dictadura de la norma.

La primera iniciativa que tuvimos en 2011 cuando propusimos la creación de un dispositivo de uso de tiempo libre para sujetos con dificultades en el vínculo con los demás, fue determinada por una escucha ofrecida a las familias y por el respeto por el consentimiento de los sujetos a aceptarnos como partenaires. De allí dedujimos que la creación de lugares para que estos sujetos pudieran proseguir su trabajo durante los tiempos de suspensión de aquellas instancias en las que eran alojados habitualmente: escuelas especiales, espacios terapéuticos, las casas de los familiares, etc., era fundamental.

Asimismo, habíamos despejado nuestro gusto e interés por una clínica de la vida cotidiana que no pretendiera hacer entrar a ciertos sujetos en un dispositivo absolutamente marcado por un tiempo y espacio decidido por otros, como una pura abstracción. ¿Entonces cómo llevarlo a cabo?

En la lectura de Una Fantasía había ya una advertencia importante: no se trataba en los momentos actuales, de permanecer en una posición de añoranza por los viejos tiempos, menos aún de denuncia por las desviaciones en las prácticas de los otros. La orientación por lo real propuesta para el Campo Freudiano se puede traducir por un estar advertidos de una constante a ser tratada: el discurso predominante en la civilización hipermoderna tiene la misma estructura que la del discurso del analista, sin embargo, los elementos en el discurso de la civilización están disyuntos. A partir de allí en lugar de permanecer petrificados por las malas nuevas, recortamos una enigmática propuesta de Jacques-Alain Miller, que por contigüidad conectamos a un fundamento de la práctica entre varios. Miller dice que de lo que se trata es de amar al propio inconsciente [10], para hacer de agentes entre esos elementos y hacer circular algo entre ellos, incluso el obstáculo que conocemos que se encuentra entre S1 y S2 en la parte de abajo del matema del discurso del analista [11]. Eso nos reenvía a la cuestión central de la práctica entre varios a partir de la cuál concebimos al interviniente como encarnación de una pluralización del Sujeto-supuesto-Saber y por lo tanto de su desmontaje, como analizante civilizado [12] y no como interpretador-salvaje. En esta línea, no es gratuito que uno de los exponentes más relevantes de esta modalidad de práctica psicoanalítica, Virginio Baio, en uno de sus testimonios de pase como Analista de la Escuela centre la cuestión en el Amor a lo Real [13]. Ni tampoco que un número bastante elevado de AE’s en los últimos años hayan dedicado una buena parte de su práctica clínica al à plusieurs [14] y lo que implica de verse confrontado con lo real de la no relación sexual, ni social.

En relación entonces, con el Campo Freudiano, lo que pretendo destacar aquí es que se ve por un lado la vertiente de nuestra inspiración para una práctica, en la que operamos a partir, primero, de un descompletamiento del Otro, poniendo en cuestión la estructura misma de nuestra propia formación, siguiendo la advertencia lacaniana que encontramos en su Discurso de clausura de las jornadas sobre psicosis infantil y que versa, como sabéis, de la siguiente manera: “Toda formación humana tiene como esencia y no como accidente, la de refrenar el goce” [15]. Cuando Lacan sin tapujos dice “toda formación”, no está excluyendo, al menos no del todo, al psicoanálisis como agente de una cierta segregación, aunque al mismo tiempo sabemos, proponga al deseo del analista, en este caso, inhumano, como antídoto a tales deslizamientos.

Dispositivos de regulación para la Institución

Nos dedicamos entonces a construir nuestra experiencia inicial en TEAdir, la de unas Colonias de verano con sujetos autistas, y después la de progresivos talleres que se insertaban cada vez más en la cotidianidad de las vidas de diferentes sujetos y sus familias, nos dedicamos a llevar esa experiencia y a tratar sus impases al Grupo de investigación inscrito en el Área de Psicoanálisis Aplicado de la SCB. Paralelamente en la institución se sostienen desde el inicio reuniones de equipo cuyo espíritu no apunta tanto a una formalización estricta, sino que pone en primer plano la importancia de una conversación reticular sobre el día a día de nuestras experiencias.

Y es que, el problema de fondo aquí es ¿cómo operar en la institución para tratar el empuje segregativo? ¿Cómo relanzar el trabajo y apostar por una desidealización de la libertad? ¿Cómo resguardar un lugar posible para la verificación de la experiencia? Por supuesto no todo pasa por las formas colectivas.

En su texto, La Institución: práctica del acto [16], Alexandre Stevens habla de diversas condiciones que conforman a la Institución que él fundó: Le Courtil, y estas son, la reunión de equipo, la formación, y el análisis personal.

Cuando he dicho antes que estos dispositivos que apuntan a tratar el “eso fracasa”, es decir el deslizamiento hacia la segregación, la especialización, el automatón, no son siempre formas colectivas, quisiera añadir que es posible aquí sustituir el término “colectivo” por “plural” [17]. Diríamos entonces tomando esta tripartición que propone Stevens que la reunión de equipo es un dispositivo plural, en el que se encuentran varios, pero en el que se procura ir en contra de la identificación grupal, justamente teniendo el Más Uno de la institución esta función. En segundo lugar, tenemos este elemento bisagra entre lo plural y lo solitario que es la formación, tal como se ve en el ejemplo que he dado, de un efecto de interpretación singular en un espacio compartido. Luego tenemos ese tercer elemento que es el análisis personal, puesta en acto de la transferencia y de un posible efecto “civilizatorio” del empuje salvaje y estructural al para-todos igual. Diría que de estos tres dispositivos se desprende un cuarto elemento, el deseo del interviniente.

Para seguir sobre la pista de las relaciones entre nuestra institución y el Campo Freudiano puedo explicar aquí otra pequeña experiencia con efectos de interpretación. Cuando ya llevábamos unos 3 años de recorrido en TEAdir, Bernard Seynhaeve fue invitado a participar en las III Jornadas del Grupo de Investigación que se titularon “Un autismo entre varios”. Seynhaeve, en aquel entonces, director de Le Courtil escuchó atentamente nuestras presentaciones, preguntó y se sumergió en nuestra experiencia, rescató que dicha experiencia portaba un estilo propio y también dijo: “Está muy bien, habéis explicado detalladamente los hallazgos de varios sujetos, acompañados con sutileza, casos muy bien construidos, pero ¿podéis hablar un poco más en detalle de cuál es vuestro deseo puesto en acto en esos talleres?”

El valor de esta pregunta es que puso en el centro de la construcción al deseo de cada uno, la necesidad de operar desde un vaciamiento efecto de una posición deseante y no la de un completo borramiento o una supuesta neutralidad, poniendo por ejemplo en juego la importancia de crear talleres, de ofrecer espacios a los sujetos, organizados sí, a partir de sus intereses, pero también, de un gusto particular del adulto que se hace cargo de esos espacios.

Entonces, en TEAdir, en nuestra institución, siguiendo lo que me gusta llamar una ética del instante, se trata de poner en acto una respuesta orientada en la pluralidad de los deseos de quiénes sostienen la institución.

Transferencia centrípeta y Transferencia centrífuga

Concebimos TEAdir principalmente en su vertiente topológica de intemperie civilizada. A lo largo de muchos años la institución puso en acto que lo que instituye es el discurso, que la institución pensada desde la orientación lacaniana es la transferencia y no un edificio. Hablo de una vertiente topológica, ahora ya cuando la institución consta con al menos dos sedes “físicas”; un pequeño centro de actividades en Barcelona desde hace cuatro años y un espacio mucho más amplio y equipado en Terrassa.

¿Cuál era el centro entonces, cuando no había Centro de actividades, Centro terapéutico? El polo de atracción era precisamente la puesta en acto de un deseo no anónimo ni solitario, en primer lugar de Iván Ruiz, quien impulsara la creación de TEAdir y su función de paraguas legal para la puesta en marcha de los dispositivos clínicos. La particularidad de TEAdir, y de ese impulso convertido en causa, tiene que ver con esta puesta en acto, del pasaje de la indignación -posición estructural de la bella alma que Lacan toma de Hegel- a la poesía, que nos hace pensar en el lugar de la enunciación de cada uno, es decir, del Scilicet [18], del “algo para decir” [19], del Té a dir [20].

Pero estamos advertidos de que también el deseo es errante, extravagante, y sobre todo excéntrico [21]. La alegría que encontramos en nuestra práctica, su convocatoria a la invención, la posibilidad de incluirse en ella sin que existan para los inexpertos plazas de “observador”, permiten que todas las dificultades que también se ponen en juego en esta, que el encuentro con lo real descarnado de la psicosis y del autismo, pueda ser tratado, reconducido, a una pasión por el saber inconcluso, por el saber en curso.

Aquí encontramos el viraje hacia lo que Stevens llama la transferencia centrífuga [22]. A partir de cierto momento comenzamos a recibir el interés de voluntarios o practicantes llamados por el rasgo de la atención del autismo, o por nuestra apertura a los “jóvenes”, o por el lugar que comenzamos a tener en la ciudad -de Barcelona y alrededores, pero también en la ciudad psicoanalítica-. La política hasta este momento ha sido la de reenviar a aquellos que quieren algo de TEAdir al Campo Freudiano, con un ligero gesto de requiebre, por medio de indicaciones sutiles, como la del gesto del dedo levantado de San Juan sobre el que Lacan dice lo siguiente: “¿A qué silencio debe obligarse ahora el analista para sacar por encima de ese pantano el dedo levantado del San Juan de Leonardo, para que la interpretación recobre el horizonte deshabitado del ser donde debe desplegarse su virtud alusiva?” [23]

Diría entonces que la virtud centrípeta ha sido la de la alegría en la práctica, y la virtud centrífuga ha sido, hasta ahora, la de esa alusión al Campo Freudiano y a nuestras referencias en Sigmund Freud, Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller, Éric Laurent, y la serie de publicaciones de las instituciones de la llamada RI3 en las cuáles nos sostenemos, nos inspiramos, constatando siempre la imposibilidad de imitarles.

Notas y referencias bibliográficas

[1] Sobre el impulso de dicho Grupo de investigación podéis consultar la conferencia de Vicente Palomera, “Un tapiz”. L’Atelier, nº 2, 2019, pp. 84-101.

[2] Terapias Cognitivo-Conductuales.

[3] http://autismos.elp.org.es/forum-lo-que-la-evaluacion-silencia-un-caso-urgente-el-autismo/

[4] http://2012.congresoamp.com/es/template.php?file=Textos/Conferencia-de-Jacques-Alain-Miller-en-Comandatuba.html

[5] http://www.scb-icf.net/nodus/contingut/article.php?art=419&autor=133&pub=3&rev=51.

[6] Lacan, Jacques. “El Atolondradicho”. Otros escritos. Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 485.

[7]Lacan, Jacques. El Seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2017, p. 85.

[8]Miller, Jacques-Alain. “Una fantasía”. Op. Cit: “La práctica lacaniana no puede tener otro principio que el ‘eso fracasa’”.

[9] En palabras de Iván Ruiz.

[10] “la cuestión del amor, a partir del Seminario Aún conoce una promoción muy especial, porque el amor es lo que puede hacer mediación entre los unos solos […] El inconsciente primario no existe como saber. Para que devenga un saber, para hacerlo existir como saber, hace falta el amor. Y es por lo cual Lacan podía decir al final de su Seminario Los nombres del Padre: un psicoanálisis, demanda amar a su inconsciente. Es el único medio de hacer, de establecer una relación entre S1 y S2. Porque en el estado primario tenemos «unos» separados, en disyunción. Entonces, un psicoanálisis demanda amar a su inconsciente, para hacer existir no la relación sexual, sino la relación simbólica” .

[11] No trataremos aquí el tema de qué discurso es el agente en la clínica en institución, orientada por el psicoanálisis, en específico la práctica entre varios. Sin embargo, para evitar confusiones hemos de aclarar que no decimos aquí que es el discurso del analista el que prevalece en la institución, eso sería demasiado ingenuo, pero podemos decir que tiene su incidencia, por el análisis de cada uno de sus operadores.

[12] Lysy-Stevens, Anne. “Intervention et interpretation”. Les fouillets du Courtil, nº 4, 1992, p. 40.

[13] Baio, Virginio. “L’amore del reale. Una nuova lógica della vita amorosa?”. La psicoanalisi, nº 24, 1998, pp. 148-159.

[14] Entre varios

[15] Lacan, Jacques. “Discurso de clausura de la Jornada sobre psicosis en el niño”. Analiticón, nº 3, 1987, p. 8.

[16] Stevens, Alexandre. “La institución: práctica del acto”. L’Atelier, nº 3, 2020, pp. 10-19.

[17] Ver el texto de María Guardarucci: “Una enunciación plural en la institución”. L’Atelier, nº 2, 2019, pp. 39-45.

[18]Scilicet viene de scire-licet que se puede traducir por: está permitido saber.

[19] Estaros atentos a la próxima publicación de TEAdir, la Revista L’Atelier nº 5.

[20]Qué en catalán descomponiento las siglas TEA significa: Tiene algo para decir.

[21] Lacan, Jacques. El Seminario, libro 5, Las formaciones del inconsciente. Paidós, Buenos Aires, 1999, p. 346.

[22] Stevens, Alexandre. Op. Cit., p. 15.

[23] Lacan, Jacques. “La dirección de la cura y los principios de su poder”. Escritos 2. Siglo XXI, Buenos Aires, 2011, p. 610.