Lo propio de las verdades es que nunca se muestran enteras (Lacan, 2003).
Una colega durante una charla en el almuerzo me habló sobre el documental de “Misha y los lobos” (2021). La historia despertó mi interés. Una casualidad hizo que dos días después, al yo encender la televisión, el documental fuera transmitido en directo en la televisión nacional Noruega. Este documental de corte investigativo que busca la verdad detrás de la historia de Misha me hizo reflexionar sobre el valor de lo que Lacan llamó la “hystoria”.
En ella nos encontramos a Misha que fue una niña belga que durante la guerra viajó con una brújula hasta Varsovia para encontrar a sus padres que habían sido llevados hasta allí por ser judíos. En el camino la adoptaron los lobos y la protegieron. Su historia se hizo conocida a nivel mundial dando vida a un libro que se convirtió en “best seller” luego de su publicación en Europa. En el documental se revela que la historia no fue tal, ya que ni Misha ni los padres eran judíos. El padre de Misha se vio envuelto en el movimiento de resistencia contra los nazis y al ser capturado y torturado por ellos se convirtió en un “traidor”. Cedió a la presión hecha con tortura y entregó los nombres de las demás personas en el movimiento de resistencia a cambio de ver a su hija por última vez. Ante la horrible verdad, de ser la “hija de un traidor”, Misha encontró su propia hystoria.
Misha se pronunció ante la confrontación con la verdad de la siguiente manera: “Esta historia es la mía. No es la realidad real, pero es mi realidad, mi manera de sobrevivir” (Martínez, 2008).
Más allá de lo interesante que es creer develar la verdad de las cosas, lo que quiero resaltar es como Misha describe su verdad como una manera de sobrevivir. En otras palabras, su verdad es una manera de velar un agujero insoportable.
Del documental se puede extraer la duda por un lado de hasta qué punto Misha era “consciente” de lo que hacía para poder sacar beneficios propios y por tanto no ser la víctima sino el victimario y por el otro se puede pensar hasta qué punto cada uno sostiene su propia verdad de las cosas con el fin de sostenerse a sí mismo. Es decir, cómo cada uno con su hystoria se permite subsistir y existir a través de esta, en este caso Misha como víctima de su propia historia.
En nuestro trabajo con las personas que llegan a consulta a solicitar ayuda nos encontramos con muchas víctimas. Víctimas de su cuerpo, de su pareja, de sus padres, de sus vecinos, de sus empleadores y de las circunstancias aleatorias de la vida. En palabras de Freud (1930), el sufrimiento proviene de tres fuentes: de las catástrofes naturales, del propio cuerpo que puede enfermar y limitarnos y del trato con los otros. Todo esto parece ponernos a merced de lo que ocurre a nuestro alrededor. Para Freud el Edipo y su resolución fue una manera de poder explicar cómo cada uno se enfrenta a su propia hystoria. Fue así como él pudo explicar fenómenos como el amor, la envidia, los celos, la angustia y hasta la necesidad de competir, entre otros. Freud planteó que el modo de resolver la falta constitutiva, que para él se trató siempre del objeto materno, es fundamental en el desarrollo de cada persona y de su interacción con su medio. Ante esta falta, surge entonces una sustitución que él definió como “satisfacción sustitutiva” y nombró síntoma. Fue aquí donde Lacan encontró una operación de reemplazo de una huella de algo que no existe más, es decir de una “nada”, que se llena de un exceso que “no sirve para nada” y que él llamo “goce” (Lacan, 2004). Es a través de esa operación de convertir la extracción o pérdida de algo en una ganancia que implica un costo, que la satisfacción sustitutiva puede llevarse a cabo.
En la película titulada en español “El truco perfecto” del 2006 (“The prestige” en su nombre original), se ve como el velar el agujero a través de una aparente continuidad tiene un precio.
Desarrollo a continuación algunas ideas que presenté en un Cine foro organizado en el año 2007 en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala con las colegas Patricia Quevedo y Silvia Moino.
En la película “The prestige” encontramos dos magos, Angier y Borden, que luchan cada uno por llegar a ocupar ese lugar único, el lugar de aquel que pueda hacer el truco perfecto. ¿Cuál es el truco perfecto? Aquel que no se puede desvelar. Ambos aprendices de mago son enviados por Cutter, que es su maestro, a descubrir el truco de un mago asiático que de la “nada” hace aparecer una pecera por debajo de su túnica. Borden que es más perceptivo que Angier descifra que el truco está en su manera de andar. Camina de una manera que le permite meterse objetos bajo su túnica sin que estos puedan verse. La manera especial de andar del mago oriental le obliga a hacerlo tanto encima del escenario como abajo del escenario. Es decir que esa manera de andar se convierte en “su” manera de caminar. El secreto del truco del mago asiático está en su sacrificio, ya que el truco debe llevarse a cabo en la vida misma con el fin de no ser desvelado.
En la película Borden y Angier se dejan llevar en una constante rivalidad donde descubren y revelan los secretos del uno y del otro en los trucos que llevan a cabo. Esto no tiene fin hasta que llega un truco que sorprende a Angier. El truco de Borden es inexplicable.
En el escenario hay dos puertas separadas por un vacío. El vacío no permite de esa manera un pasaje entre las dos puertas. Borden se introduce por una de ellas y sale por la otra. Esto se da casi de manera simultánea, borrando de esa manera ese vacío que se ve entre las dos puertas. Ante la no respuesta de Angier al truco de Borden queda este prendido de él. El secreto es invisible. La ilusión de continuidad borra la ruptura establecida a través del vacío. Cutter desvela el truco a Borden. La única manera de borrar el vacío es a través del doble. Angier deshecha esta explicación por su simpleza. El uno que entra por la puerta y el otro que sale por la otra puerta tiene que ser el mismo. Su creencia en el Otro es de esta manera revelada. La consistencia de la imagen de Borden y sus rasgos, son para Angier prueba irrefutable de que no hay doble. Angier le hace una herida en el dedo a Borden y tanto el Borden que entra por la puerta como el que sale tienen esa herida. ¿Entonces cuál es el secreto?
Angier ante la insistencia de Cutter prueba el truco con ayuda de un doble. El problema es entonces que, no es él quien recibe los aplausos a la hora de desaparecer por la primera puerta. ¿Por qué? Porque para que el truco funcione uno de ambos debe de faltar en el escenario. Uno de ambos tiene que introducir el truco y no es sino el otro el que recibe los aplausos. Así que Angier no puede hacer el truco en su totalidad, solo en una parte alienándose a un otro y eso no le complace, ya que él depende del otro. Es por ello y por la consistencia de la imagen de Borden y su aparente satisfacción en el truco que piensa que no es de esta manera que él lo lleva a cabo. Angier en su postura neurótica le concede un saber a Borden sobre el manejo del vacío, sobre la manera adecuada de velar la falta.
Ante la falta de satisfacción con respecto al truco sostiene Angier que Borden debe tener una respuesta. Esta la encuentra en Tesla, científico interpretado por David Bowie en la película, que inventa una máquina que duplica los objetos. Así ya no es necesario que el objeto falte para hacer el truco. Angier entonces puede ser duplicado y por tanto estar él en todo el truco. Pero esto implica un problema. No es que algo falte sino más bien que algo sobra, de pronto hay dos Angier y uno debe faltar. Es por esto que noche tras noche Angier tiene que matar a su doble. El secreto o el sacrificio es el no saber si sobrevivirá noche tras noche. ¿Y Borden? ¿Cuál es su secreto?
El secreto de él es que su doble, su gemelo debe faltar no solo en el escenario del teatro sino también en el escenario de la vida misma, ya que para que sea creíble es necesario que al igual que el mago oriental, el truco se sostenga aún en todas las esferas de la vida cotidiana. Esto obligaba a Borden y Fallon (su gemelo) a faltar en su propia vida. Por ello, uno de ellos no puede estar siempre con la mujer que ama y de esta manera la hace sufrir ya que ella se da cuenta que él no siempre la ama. Incluso uno de ellos tiene que sacrificar su dedo en el momento en que el otro lo pierde para poder sostener que son el mismo.
Tanto al inicio como al final de la película Cutter explica los tres pasos de un truco de magia. La explicación acaba con la siguiente frase: “uno no está viendo, no quiere saberlo, quiere ser engañado” (2006).
Esta vuelta a través del “Truco perfecto” nos muestra cómo el truco de magia consiste en hacer que la falta se vele a través de un sacrificio que en la película es secreto para el mundo. En la clínica este sacrificio se encuentra en el síntoma y no solo es secreto para todo el mundo sino también para aquel que viene a mostrarnos su truco. El truco es el velo que hay que desvelar para permitirle a cada uno ver que allí donde se dice víctima es también victimario. Y en ese sufrimiento hay un goce que se ha de soltar para dejar de ser víctima.
La hystoria de Misha nos muestra muy bien como entre el ser víctima y victimario hay un pequeño giro de rueda. No es sino un truco que como ella señala es necesario algunas veces para poder sobrevivir. Su hystoria o su síntoma no es sino una manera de hacer con aquellos restos del padre. La cuestión es que “uno no está viendo, no quiere saberlo, quiere ser engañado”. Es esta invisibilidad del goce y su manejo ético la mayor dificultad en la clínica.
Bibliografía
-Hobkinson, S. (2021). Misha y los Lobos (2021). Co-producción APT film and television, Arts Alliance productions, Bright yellow films, Las belgas, Met film production and Take five.
-Martinez, R. (2008). La vida de Misha con los lobos es una gran mentira. Diario el Pais: Bruselas. https://elpais.com/diario/2008/03/01/cultura/1204326005_850215.html
-Nolan, C. (2006). The Prestige. Co-producción Touchstone pictures, Warner Bros, Pictures group and Newmarket films.
-Freud, S. (1930). El Malestar en la cultura. En Obras Completas, Vol. Buenos Aires: Amorrortu
-Cine foro (2007). Universidad Francisco Marroquín de Guatemala con Patricia Quevedo, Silvia Moino y Julio García-Salas.
-Lacan, J. (2003). La transferencia, pág. 443. Buenos Aires: Paidós.
-Lacan, J. (2004). Aún, pág.177. Buenos Aires: Paidós.